La cultura actual nos ofrece abundantes opciones. De hecho, quedan muy pocas instituciones en las cuales no tenemos  parte en escoger o elegir los miembros que queremos incluir. Pero por lo menos todavía existe una entidad en la cual las encuestas de popularidad no cuentan: la iglesia.

Podemos escoger a nuestros amigos y a nuestro cónyuge, pero no tenemos la oportunidad de elegir a nuestra familia cristiana. Dios la elige. Él nos da un grupo diverso de hermanos y hermanas en Cristo, ¡y luego espera que los amemos! Lamentablemente, a veces nos frustramos tanto con otros creyentes que nos dan ganas de irnos ¡y no volver jamás!

Los siguientes cuatro principios de 1 Pedro 1:23–2:3 nos ayudarán a mantener la unidad dentro del cuerpo de Cristo, aun cuando enfrentemos conflictos difíciles con otros creyentes.

1. Recuerde que somos hijos del mismo Padre (1 Pedro 1:23). Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Nadie entra en la familia de Dios excepto poniendo su fe en Jesucristo. Cada persona que está en la familia de Dios pertenece a ella igual que usted y yo. Incluso las personas “irritables” con quienes lidiamos son hijos o hijas Dios, y Él les ama. Debemos orar pidiendo la capacidad de verlos desde la perspectiva de Dios.

2. Recuerde que todos recibimos nuestra instrucción de la misma fuente (1 Pedro 1:23–25). Nuestra fuente es “la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” No somos llamados sólo a oír la Palabra de Dios, sino también a ponerla en práctica y a seguir sus mandamientos. ¡Eso exige arduo trabajo y sacrificio! Cada uno de nosotros debe aprender a mirar expresamente a la Palabra de Dios, recordar lo que revela y poner en práctica ese conocimiento.

3. Recuerde que todos luchamos en el mismo campo (1 Pedro 2:1). Pedro menciona cinco barreras específicas al amor y respaldo mutuo dentro del cuerpo de Cristo: malicia, engaño, hipocresía, envidias y calumnias. Piense en alguna relación difícil que tal vez tenga con otro creyente. ¿Se manifiesta alguno de estos pecados en sus relaciones con esa persona? Si es así, confiésele a Dios sus actitudes equivocadas, y si es apropiado, pídale perdón a la otra persona.

4. Recuerde que debemos concentrar nuestra atención en el mismo objetivo (1 Pedro 2:2–3). ¿Cuál es el objetivo? Madurez, de la cual Cristo es nuestro modelo máximo. ¿Como se vería la madurez en su vida? Bondad, compasión, atención por las almas de los demás. Madurez quiere decir que la salud del cuerpo entero bien vale la pena que nos traguemos nuestro orgullo, que dejemos a un lado nuestra agenda personal, y que amemos a otros con corazón puro, tal como Cristo los ama.