Piense en una mañana típica. Después de saltar de la cama, probablemente sólo pasan pocos minutos para que usted esté mirándose en el espejo. Si a usted le pasa lo mismo que a mí, casi todos los días su pelo parecerá una explosión de una fábrica de colchones, su cara parecerá la de algunos de los siete enanos, y su aliento . . . pues bien, simplemente alegrémonos de que los espejos no reflejan los olores.
Digamos que usted observa todo esto . . . pero no hace nada. Usted ignora todo el revoltijo y simplemente sale de casa para empezar su día. ¡Inconcebible! Para la mayoría de nosotros, tal escenario sería una crisis. En realidad, ¡todos nos ponemos frente al espejo con un propósito! Observamos detalladamente esa franca y dolorosa imagen con el propósito de hacer algo al respecto. Buscamos qué tenemos que corregir y no salimos de la casa hasta que cambiemos aquello que necesita cambio. De otra manera, ¿para qué mirarnos en el espejo?
Lo mismo es cierto con la Palabra de Dios. Es un espejo divino que no refleja nuestro exterior, sino nuestro interior. Sin embargo, ¿cuán a menudo leemos la Biblia, de hecho: “Necesitas prestar atención a este aspecto”? ¿Después cerramos el libro y nos vamos sin cambiar? El apóstol Santiago usa esta exacta analogía para martillar su punto: “No sólo escuchen la palabra de Dios, tienen que ponerla en práctica. De lo contrario, solamente se engañan a sí mismos” (Santiago 1:22, NTV).
Así que, ¿cómo hacemos los cambios necesarios? ¿Cómo podemos reflejar la verdad?
He descubierto una parte principal de las respuestas en los antiguos escritos del escriba Esdras. En el libro que lleva su nombre, leemos: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10, RVR).
Extraigo en este versículo cuatro maneras en que podemos reflejar la verdad.
Comprométase personalmente.
De acuerdo a este versículo, “Esdras había preparado su corazón” o, “había decidido.” Nunca he visto a nadie hacer una diferencia para Cristo, que no haya comenzado con una determinación en su mente. Le animo a que empiece allí. Es decisión suya encontrarse con el Señor y tomar en serio su andar con Cristo. Nadie en su familia o en la iglesia puede hacerlo por usted. La verdad nunca penetrará si usted no determina de corazón andar con Dios. Allí es donde se empieza.
Conviértase en un estudiante fiel de la Biblia.
Esdras se comprometió “para inquirir la ley de Jehová.” Como escriba, Esdras conocía la Ley. Sin embargo siguió siendo un concienzudo estudiante de la Biblia. Usted debe disciplinarse en su propio tiempo, y a su propia manera, para estudiar la Palabra de Dios en busca de dirección; tal como lo hace frente al espejo. Usted lo hace a propósito. Ese es el segundo secreto. Pero no se detenga allí.
Ponga la verdad en acción.
Vuelva al versículo 10: “Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla” (énfasis añadido). Si usted quiere reflejar la verdad, tiene que ponerla en
práctica . . . debe poner la verdad en acción. La obediencia no es inclinación sino demostración.
Cuando Esdras dispuso su corazón para hacer lo que había aprendido, con certeza tuvo que hacer frente a cuestiones de carácter, como la honradez, bondad y pureza. Nunca basta con simplemente saber la verdad. Hay que poner la verdad en acción a fin de que penetre. Pero hay un paso más.
Comparta esta verdad con otra persona.
Esdras se “había preparado . . . para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10). ¿Sabe quién aprende más en el salón de clases? El maestro. ¿Adivine quién aprende más del sermón del domingo por la mañana? El pastor. Usted aprenderá más de las Escrituras de lo que jamás se imaginó si se compromete a contarle a alguna otra persona la verdad que acaba de descubrir.
Deténgase y piense. ¡Lo más probable es que usted sabe de la Biblia más de lo que la mayoría de personas jamás aprenderán en sus vidas! Qué tremendo privilegio tiene usted. Usted ha aprendido suficiente verdad como para cambiar la atmósfera de su hogar con su actitud . . . para hacer impacto en sus círculos sociales con amor . . . para ser testigo de Cristo en su lugar de trabajo por su integridad. Usted tiene toda la verdad que necesita ahora mismo si simplemente edifica sobre ella. ¡Qué diferencia determinará eso!
Le animo a que vea su verdadero reflejo en la Biblia. Entonces comprométase personalmente a convertirse en un leal estudiante de ella. Luego ponga la verdad en acción. Rehúse dejarla en teoría. Una vez que usted acepta ese reto y decide ser una persona diferente, usted empezará a proclamar lo que Dios le está enseñando.
Es asombroso cuánto beneficio hallará en la verdad que usted ha empezado a poner en práctica en su vida.