Hubo una mujer cuyo esposo la dejó por otra y después entabló el divorcio.

Cuando ella lo confrontó con pasajes bíblicos respecto a su adulterio y divorcio, él respondió citando pasajes bíblicos para justificar sus acciones. Mencionó el episodio de la mujer sorprendida en adulterio, diciendo: “Jesús no le dijo que dejara la relación en que estaba,” aun cuando Jesús claramente le dice “Vete y no peques más.”

Por un lado, el hecho de que él sepa algo de la Biblia es digno de encomio; pero el hecho de que la tergiverse para ajustarla a sus propias acciones pervertidas es deplorable.

Usar la Palabra de Dios para fines de pecado no es nada nuevo. ¿Le sorprendería saber que nuestro enemigo, Satanás, ha aprendido de memoria pasajes bíblicos y los usa para tentarnos a pecar? Al principio de Génesis Satanás sabe lo que Dios le había ordenado a Adán (2:16, 17), y tienta a la primera pareja humana diciendo una versión tergiversada de las palabras de Dios en forma de pregunta (3:1). De manera interesante, al intentar Eva responder a Satanás con lo que Dios realmente dijo, sólo ofrece una paráfrasis floja, omitiendo verdades significativas.

Satanás utiliza la Palabra de Dios cuando confronta a Jesús en el desierto (Mateo 4:1-8; cf. Lucas 4:1-13). En el proceso de tratar de tentar a Jesús para que peque, y por ello hacerle caer como Mesías y Redentor, Satanás repite las palabras de Dios del Salmo 91:11-12. Dice: “Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: / A sus ángeles mandará acerca de ti, / y, / En sus manos te sostendrán, / Para que no tropieces con tu pie en piedra.”

El pensamiento inicial a leer este relato es: “¡Vaya! Eso está bastante bien. ¿Me pregunto cuántos de nosotros podríamos usar de esa manera las Escrituras?” Pero entonces recapacito. Muchos de nosotros en efecto usamos de esa manera la Biblia; regularmente. Lamentablemente, lo hacemos tal como Satanás lo hace, y ese es el problema.

Lo que hace Satanás en realidad aquí es usar las Escrituras para sus propios propósitos engañosos, malévolos. Tratar de hacer que Jesús se aferre a una promesa de Dios de una manera que no era su propósito. Jesús acababa de afirmar su fe y dependencia en el Padre negándose a convertir las piedras en pan. Así que Satanás trata una táctica opuesta y en efecto dice: “Está bien, así que quieres demostrar que dependes del Padre. ¡Salta y haz que Él te proteja! La Palabra de Dios dice que puedes.”

El diablo a propósito pone un pasaje bíblico contra otro. Recalca un pasaje y desprecia otros que deben ir junto con ese. Satanás trata de usar la autoridad de las Escrituras para sugerir que Jesús sería justificado al arriesgar su vida arbitrariamente y luego esperar que Dios lo proteja.

Muchos hacemos lo mismo, aunque tal vez sin intención. Simplemente no conocemos lo suficiente las Escrituras. He estado entre creyentes en donde se discute de la Biblia y rara vez se oye que se citen los versículos con precisión y en su contexto. Más bien, (y yo también he sido culpable de esto) oigo una profunda vaguedad cuando dicen: “¿Acaso no dice la Biblia en alguna parte algo así como . . .?” Fragmentos de versículos fuera de contexto se parafrasean y se enlazan como cuentas en un collar para respaldar presuposiciones que contradicen lo que la Biblia dice que en vocabulario muy claro en otras partes.

Jesús no cayó en el engaño de Satanás. Él sabía que un texto fuera de su contexto se vuelve un pretexto, y que torciendo las Escrituras uno puede hacer que la Biblia diga cualquier cosa que uno quiere. Él sabía que arrojarse para demostrarle algo a Satanás, o a los judíos, no habría sido la voluntad de Dios. Esperar protección cuando se es desobediente es tentar a Dios; algo que Él dice que es malo.

Al tratar con el diablo de la manera en que lo hace, el Señor nos muestra un gran principio de toda la verdadera interpretación bíblica: las Escrituras debe explicarse comparándolas con otros pasajes bíblicos. Jesús usó la Palabra de Dios que tenía en su corazón, aprendida de memoria y entendida con precisión, para defenderse de la seducción de Satanás a pecar. Jesús no trató de abrirse camino con razonamientos para evadir la trampa de Satanás. Simplemente afirmó la verdad que Dios ya ha dado en su Palabra.

La ignorancia de la Palabra de Dios, y no tenerla en el corazón nos hace presa fácil en la galería de tiro al blanco de Satanás. Eva se dejó engañar cuando no recordó con precisión lo que Dios había dicho. El hombre al que me referí al principio sigue en pecado, habiendo justificado sus acciones mediante la distorsión de la Palabra de Dios.

El diablo sabe y ha memorizado la Biblia pero la usa con engaño. Jesús nos mostró cómo el poder de la Palabra de Dios, aprendida de memoria con precisión y recordada fielmente, nos capacita para resistir eficientemente las tentaciones y darnos cuenta de las tergiversaciones de las Escrituras. Y eso es algo que no debemos atrevernos a olvidar.

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