Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría. (Proverbios 19:27)
Dios no toma a la ligera el nacimiento de un niño. Cada uno es significativo. Dios ve a cada uno como una transferencia de amor de su corazón a la pareja que recibe la dádiva.
Dios nunca desperdicia padres. Él no “echa” inadvertidamente al azar a los chicos en los hogares. Tampoco Él entrega “accidentes” en nuestras vidas. Extremadamente importante que las familias den a los hijos la misma significación que Dios les da. De nuevo, esto es contrario a la mentalidad de muchos en nuestra sociedad actual. Se nos considera como estando en algún punto entre estrafalarios e ignorantes si tenemos este tipo de actitud hacia los hijos, especialmente si tenemos varios de ellos . . . .
Es evidente. Hogares saludables, bien disciplinados, cariñosos, producen personas que hacen a una nación pacífica y fuerte. Según como le va a la familia, le va a la nación. Cuando se reduce todo a lo básico, el pulso de una civilización entera lo determina el palpitar de sus hogares.