La alegría hace que la gente se pregunte cuál es su secreto. Sin embargo la alegría no es un secreto para el creyente que confía. Cuando escogemos acercarnos más a Dios, apoyándonos en Su carácter y provisión, el gozo se derrama en nuestras vidas de modo que otros no pueden dejar de notarlo.
¿Quiere usted ser una persona gozosa? Hasta la pregunta sobra, ¿verdad? Nos encantaría vivir por encima de nuestras circunstancias, o tener una gran actitud, o reírnos en abundancia. Pero el gozo va más allá de estas cosas. Aprendamos en la Palabra de Dios las encantadoras facetas del gozo:
1. El gozo es fruto del Espíritu de Dios.
Más que una actitud estupenda o un espíritu resuelto, el gozo viene de Dios (Gálatas 5:22). Nuestro gozo aumenta en proporción directa a nuestra intimidad con Cristo. Y cuando el pecado nos estorba en esa relación, también nos priva de nuestro gozo (Salmo 51:8, 12).
2. El gozo no depende de las circunstancias.
Pablo escribió en Filipenses —carta que a menudo se le llama “el libro del gozo”— desde la celda de una cárcel. Lo criticaron, estaba cansado y malentendido. Pero en vez de permitir que sus horribles circunstancias asfixiaran la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios (como Marcos 4:19 describe que a menudo pueden hacerlo), Pablo escogió concentrarse en el gozo de conocer a Cristo (Filipenses 2:17). La próxima vez que usted lea Filipenses, imagínese la celda de Pablo . . . y su cara.
3. El gozo es una decisión.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Esta es la realidad, lea eso prestando toda atención. Las pruebas dolorosas de la vida no son alegres en sí mismas, pero cuando las atravesamos debemos estar llenos de gozo. ¿Por qué? Debido al bien que Dios está desarrollando en nosotros y en esa situación. Cuando llenamos nuestra mente y nuestro corazón con la verdad de Dios podemos conocer gozo real incluso estando en las tempestades más aterradoras.
El gozo se vuelve una transacción entre usted y Dios que otros no pueden dejar de notar. Es la vida divina desbordándose de su vida y tocando la vida de otros. Cuando usted le confía a Cristo los detalles de su vida, usted disfruta de la vida de Cristo en exceso maravilloso y eso no puede darle a usted otra cosa que una razón para sonreír.