Si usted es una mujer que duda de su valor, no es la única.

¿Me permite que comience por mencionar lo obvio? No soy una mujer, tampoco quiero serlo. No tengo autoridad sobre las mujeres, pero después de 65 años de casado y más de 50 siendo padre de dos hijas, he aprendido algunas cosas sobre lo que sienten las mujeres.

Le digo todo esto como preámbulo para decir lo siguiente: las mujeres son personas de valor y dignidad, cada una ha sido diseñada especialmente por un Creador amoroso.

Una de nuestras hijas, cuando estaba en la escuela primaria trajo a casa una placa pequeña y redonda de arcilla que había hecho ella con la huella de su mano. En clase de arte había aprendido a moldear la arcilla, esperar a que se secara y pintarla con colores suaves y luego ponerla en el intenso calor de un horno.

Trajo su obra a casa y me la enseñó con orgullo. A pesar de tener una forma imperfecta, la pequeña placa resplandecía con la luz del sol. Cuando la agarré con cuidado, mi hija esperaba mi aprobación con entusiasmo, y pensé: Así te ve Dios. Creada con excelencia y un valor incalculable.

«¡Es precioso, hija!», le dije.

El valor de esa placa no estaba en su apariencia externa, sino en el corazón de su creador. Por desgracia, muchas mujeres no se dan cuenta de que la misma verdad se aplica a ellas.

Nuestra cultura bombardea a mujeres de todas las edades con mensajes dolorosos sobre el gran valor de la belleza, el glamur, la inteligencia, el ejercicio y la perfección física. A menos que tenga una talla pequeña, esté bronceada y tonificada y sea capaz de administrar una empresa Fortune 500 mientras cría a niños exitosos, entonces no estará a la altura.

Afortunadamente, Dios tiene una perspectiva muy diferente, una que nos revela Su Palabra. El rey Salomón, un hombre de gran sabiduría, escribió lo siguiente:

Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza. (Proverbios 31:30)

Las palabras de Salomón nos recuerdan que Dios no da importancia al exterior, pues no es duradero. El valor verdadero viene del corazón del que teme y sigue al Señor.

Dios creó a cada mujer con una combinación única de temperamento, intereses, habilidades y estilo que forman la base de una relación con Él y con los demás. «Cada mujer» la incluye a usted.

Nadie puede tomar su lugar. Cuidadosa y meticulosamente, el Señor la moldeó y le dio esta forma según Su propio diseño para cumplir con Su propósito soberano. Él estaba y está mucho menos preocupado por las apariencias externas que las intenciones y deseos de su corazón.

Con eso en mente, me gustaría ofrecerle tres recordatorios que la ayudarán a mantener su enfoque en el diseño de Dios y Su propóstio para usted:

  1. Resista intentar alcanzar la perfección. La perfección es una mentira del enemigo. Hay una gran diferencia entre el estándar del mundo y el de Dios. A Dios no le interesa que sea «perfecta». Quiere que busque ser santa. ¿Cómo? Compromentiéndose cada día a caminar en obediencia ante Él (1 Pedro 1:16).
  2. Recuerde que es una creación admirable según el plan de su Creador. Desde la eternidad, Dios ha pensado en usted y ahora la ha hecho parte de su exquisita creación. Lleva la marca de todo su afecto (Jeremías 31:3).
  3. Recuérdele a la próxima generación la rara y duradera virtud de temer al Señor. Nunca ha habido una necesidad mayor de que las chicas adolescentes y mujeres jóvenes tengan un modelo a seguir de mujeres que temen y sirven al Señor (Proverbios 31).

Al igual que la placa de mi hija, cada uno de nosotros tiene una forma imperfecta. Nunca debemos olvidar el orgullo y el amor con que nos ha creado el Padre. Usted es Su obra maestra, hecha a mano y con valor.

¡Créalo! Y propóngase en su corazón seguir al Señor hoy. Entonces será alabada.

Copyright @ 2017 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.