Tendemos a pensar en la fe como en algo que necesitamos solamente cuando el futuro se presenta incierto. Después de todo, cuando nuestra carrera es prometedora, cuando tenemos bastante dinero en el banco y un buen plan para los próximos cinco años, ¿quién necesita de fe? Acudimos a la fe solamente cuando nuestras circunstancias eluden nuestro control o cuando el camino que tenemos por delante está rodeado de sombras. Es entonces cuando nos volvemos a Dios y le pedimos que nos guíe a través de los peligros que no podemos ver.

Esa forma de pensar tiene dos errores fatales. En primer lugar, la fe no es confiar en que algo suceda. Ejercitar la fe no es confiarle un deseo a Dios. «Señor, mantenme sano». «Señor, ayúdame a ganar un buen sueldo». «Señor, aleja todo el sufrimiento de mi vida». Esas son cosas que se le dirían a un genio de la lámpara o a una hada madrina. El Antiguo Testamento, especialmente la historia de cómo Abraham llegó a conocer a Dios, define la fe como obediencia. Fe es hacer lo que Dios nos dice que hagamos, aun cuando Sus instrucciones parezcan peligrosas o nos puedan causar alguna pérdida o sufrimiento. El escritor Philip Yancey lo describe de esta manera: «La fe es creer por adelantado lo que solo tendrá sentido retrospectivamente».

En segundo lugar, la fe no es algo que usamos para controlar acontecimientos futuros. La fe es para hoy. Para este preciso momento. Para lo que está viviendo ahora. La fe consiste en formular la pregunta: «¿qué es lo que el Señor quiere que haga ahora mismo, en este momento?», y luego hacer lo que sabemos que le agrada a Él. Esto es lo que vemos a través de la mayor parte de la vida nómada de Abraham. En cada episodio de la vida del patriarca, él tuvo que elegir entre lo que le dijo Dios y alguna otra influencia como el temor, sus propios deseos, la presión familiar, el peligro, la codicia. . . las mismas distracciones que enfrentamos hoy en día.

Olvide el pasado y no considere el futuro. Hágase un siervo fiel del momento presente. Busque la voluntad de Dios. Escuche lo que dice la Palabra de Dios. Pregúntele a Dios qué es lo que Él quiere de usted y luego, simplemente hágalo. Si lo hace, permanecerá en la dirección correcta en su viaje hacia el mejor futuro posible.

Adaptado del devocional, Fe para el camino: Meditaciones diarias para una confianza firme en Dios (Tyndale House Publishers, Inc.,). Copyright © 2015 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos