Cuando me invitaron a ver un estreno previo de la película de Mel Gibson La Pasión del Cristo,” admito que tenía aprensión. La brutalidad es difícil presenciar, y si la película fuera sobre cualquier otro tema, hubiera declinado. Lo que me atrajo a la presentación y me ayudó a pasar las escenas difíciles de ver fue una pasión propia, un deseo de conocer a Jesús.

Conocer a Cristo fue la meta de la vida de Pablo:

Y conocerle a Él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como Él en su muerte. (Fil. 3:10)

Esta comunión con Cristo va más allá de todo asentimiento mental a un encuentro profundo del alma. No podemos realmente conocer a Jesús a menos que permitamos que su sufrimiento penetre por nuestro exterior autosuficiente y derrita nuestro corazón. No podemos conocer realmente a Jesús a menos que saboreemos la maldad de nuestro pecado que retuerce el estómago, seguido del dulce sabor del amor del Señor.

Usted tal vez entienda que Cristo murió por usted, pero esta película lo sumergirá en el amor que está detrás de su muerte. Este amor “sobrepasa todo entendimiento” dice Pablo. Es insondable. Pero gracias a Dios no es intocable. Usted puede sentirlo en esta película. Cuando lo haga, será llenado “hasta la medida de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:19). Usted será cambiado.

Usted tal vez quiera prepararse espiritual y emocionalmente para ver esta película. Las siguientes son unas cuantas ideas para ayudarle a aprovechar al máximo la experiencia:

  • Lea las narraciones de la pasión (Mat. 26:17-27:61; Mar. 14:12-15:47; Luc. 22-23; Juan 18-19).  Las Escrituras que haya leído cobrarán vida para usted.
  • Vea la película durante la semana en que su iglesia celebra la Cena del Señor.  La película mejorará su experiencia al recibir el pan y la copa.
  • Planee un culto familiar de oración y de cantar himnos antes de salir para el teatro.  Consagre el tiempo e invite al Espíritu para que le ministre mediante la película.
  • Separe tiempo después de la película para escribir su impresión en su diario y para la oración.  Conserve en papel su experiencia y hágala un memorial para su crecimiento espiritual.

Muchos que han experimentado “La Pasión” comentan: “Nunca seré el mismo,” y lo dicen en serio. Siempre ha sido así con Jesús. Él toca a las personas que se acercan a él, y él le tocará a usted también.