Si aprendes a reconocer con precisión la obra de Dios en tu vida, serás más propenso a doblar tus rodillas que a inflar tu ego. Y ese es el lugar más seguro para el alma: postrada en adoración, no parada sobre logros personales.
Aliento y Consuelo
La fuerza de orar juntos
En tiempos de presión, en medio de la incertidumbre, busca a personas que no solo te escuchen, sino que oren contigo. Amigos que te ayuden a cargar el peso, no con consejos vacíos ni frases trilladas, sino con clamor genuino ante el trono de la gracia. No necesitas multitudes; basta con unos cuantos que crean contigo.
Fe en el borde del precipicio
Tal vez tú estás en un lugar así. Una crisis. Una pérdida. Un callejón sin salida. Una noche sin sueño. Una batalla silenciosa que nadie más comprende. Recuerda: ese puede ser el escenario perfecto para que Dios se glorifique. Porque Él no está ausente en tus límites; está obrando en ellos.
Valentía con humildad
Dios honra a quienes son lo suficientemente humildes como para no robarle la gloria… y lo suficientemente valientes como para hablar en Su nombre, aun cuando el riesgo sea alto. Esa combinación —audacia y humildad— no nace de la carne, sino del Espíritu. Pídesela a Dios hoy.
El misterio del futuro revelado por el Dios del presente
El futuro puede ser incierto para ti, pero no lo es para Dios. Él ya lo conoce, lo ha ordenado y te invita a confiar mientras caminas hacia lo desconocido con Aquel que lo conoce todo.
Dios no te muestra cada detalle del futuro, pero te asegura Su presencia constante en el camino. Eso basta para enfrentar lo que viene con esperanza.
De pie ante el rey, de rodillas ante Dios
Cuando estés frente a una gran oportunidad, recuerda que no estás allí para demostrar tu grandeza, sino para reflejar la de Dios. Sé valiente, sí… pero también sé humilde. Porque el favor de Dios no es una plataforma para la autopromoción, sino una invitación a glorificar Su nombre.
No olvides quién te dio la respuesta
No hay espacio para la arrogancia cuando reconocemos que, sin Dios, no tendríamos ni visión, ni respuesta, ni vida. Cada oportunidad, cada palabra, cada habilidad, cada puerta abierta es una manifestación de Su gracia. Hasta el aire que respiras y el discernimiento para tomar una decisión correcta vienen de Él.
El poder de recordar quién tiene el control
Y cuando recuerdas quién gobierna el universo, puedes enfrentar cualquier escenario con paz.
Hoy puede ser el momento ideal para pausar, levantar tu mirada y decir: «Gracias, Señor… aún aquí, Tú estás en control».
Una pausa para alabar a Dios
¿Dios ha respondido tus oraciones? Detente. Reconócelo. Alábalo. Haz memoria de su fidelidad antes de avanzar hacia el siguiente paso.
Antes de contarle al mundo tu respuesta… dale a Dios tu gratitud. Porque cuando reconoces Su mano, también renuevas tu corazón.
Esperar no es perder el tiempo
Esperar no es perder el tiempo. Es permanecer en el lugar correcto hasta que Dios decida actuar. En ese espacio de espera, Él trabaja en nuestro carácter, refina nuestra fe y prepara las circunstancias para que Su voluntad se cumpla con poder.