Hace varios años, mi hijo mayor, que en ese entonces era un adolescente, y yo fuimos a una tienda de regalos buscando una tarjeta para el Día de las Madres. Mientras yo buscaba en la gran cantidad de tarjetas, Curt se aburrió y empezó a deambular en la sección de carteles.

Después de un rato, me llamó para que viera uno que había encontrado. Era la imagen de un bote en medio de un lago tranquilo durante un atardecer. En la imagen se encontraban dos personas. El padre a un lado del bote y su hijo al otro lado. Ambos estaban pescando. La imagen mostraba como las cañas de pescar producían pequeñas ondas en el agua. Ambos estaban sonriendo y obviamente disfrutando de ese tiempo. En la parte inferior del cartel aparecían las palabras: «DEDIQUE TIEMPO».

Esa frase me hace pensar ocasionalmente en los cumpleaños, los aniversarios y especialmente los días festivos. ¿Alguna vez se ha detenido a pensar en la importancia de dedicarle tiempo a su familia? Si no lo ha hecho, hágalo.

Si no tenemos cuidado, llenaremos nuestro tiempo con actividades y claro, esas actividades traen más cosas que hacer. No lo permita. Es probable que esas horas de esparcimiento nos tienten a querer llenarlas con proyectos de trabajo «necesarios» y una gran cantidad de tareas que consumen tiempo, pasar horas ocupados en el teléfono, y en algunos casos hasta pasar tiempo con nuestros amigos en vez de nuestros familiares. Ninguna de esas es una buena elección.

Antes de responder afirmativamente a lo anterior debemos hacernos la pregunta: ¿Por qué no le dedicamos tiempo a nuestros hijos? Otra pregunta más, ¿no debería, para variar, darle a mi familia la atención debida? Es momento de dedicar tiempo.

Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta. Salmos 127:4-5

Una oración para la familia

Matrimonio. Un hombre y una mujer que se unen en un solo ser. Familia. La crianza de los hijos. Padre nuestro, de estas cosas se trata casi todo en la vida. Ellas nos dan horas de placer y horas de frustración. No existe otra cosa que nos haga esforzarnos más y a veces sentirnos más culpables que nuestra familia. ¡Qué misterio!

No obstante, Tú la conoces bien. Pero admitimos que entre lo que escribiste y lo que nosotros hacemos de ella, existe una ruptura. Necesitamos de Tu ayuda. Sabemos que no será fácil, ni que será un proceso rápido, pero sabemos que lo podremos lograr al aprender de Ti. Ayúdanos a abandonar los malos hábitos y esos patrones que no están de acuerdo con Tu Palabra y Tu voluntad. Perdónanos por aferrarnos a ellos.

Nos gustan las cosas que tienen sentido. Nos gustan las cosas que suenan bien. Nos gustan las cosas que nos hacen sentir bien. Pero con frecuencia, Señor, las cosas que tienes que decir acerca del matrimonio y la familia, son todo lo contrario. Nos cuesta trabajo manejarlo, especialmente cuando sentimos que estamos navegando contracorriente. Trabajamos con personas que se burlan del matrimonio. Vivimos alrededor de personas que son infieles en sus matrimonios. Luchamos con nuestro propio concepto del matrimonio. Ayúdanos, Señor. Con plena confianza te entregamos nuestras familias. En el nombre de Jesús. Amén.

Véase también Éxodo 20:12; Deuteronomio 6:6-7; Proverbios 1:8; Colosenses 3:18-20.