El compromiso es el primer ingrediente necesario para la permanencia, pero un matrimonio duradero no es necesariamente un matrimonio feliz o tan siquiera un matrimonio razonablemente bueno. Así qué, ¿qué es lo que sigue? En Efesios 4 hallamos no menos de cinco importantes principios, mandatos en realidad, que fortalecerán su compromiso al matrimonio y harán que persista. Pablo originalmente los aplicó a la comunidad de la iglesia, pero funcionan bien en muchos otros contextos, especialmente en el matrimonio. Los versículos 1-24 no contienen mandatos, ni imperativos. Pero el versículo 25 hasta el fin del capítulo, ¡Pablo da once de ellos! Comparto cinco principios que nos han ayudado a mantener a mí y a Cynthia un matrimonio razonable bueno. . . en los más de 60 años que hemos estado juntos.
1-Cultiven completa honestidad
Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque nosotros somos miembros de un mismo cuerpo. Efesios 4:25
Permítame parafrasearlo y aplicarlo como sigue: Ustedes que están en Cristo han sido creados de nuevo para ser verdad viviente. Por siguiente, desechando todo lo falso, hable cada uno la verdad con su cónyuge, porque ustedes son miembros el uno del otro.
Cynthia y yo estamos aprendiendo a cultivar completa honradez en nuestra relación. Pablo dice en el versículo 22: «desháganse de su vieja naturaleza». Luego utiliza la misma palabra para decir: «que está corrompida por la sensualidad y el engaño». El término griego que se traduce «engaño» es pseudos, de donde obtenemos el prefijo pseudo. Una persona que es pseudointelectual parece se un pensador complejo cuando, en verdad, es probable que no sea tan inteligente después de todo. El pseudointelectual enmascara su inteligencia real mediante el engaño.
Pablo habla de pseudos como si fuera un objeto. «Déjenlo. Descártenlo». Nosotros usamos pseudos como si fuera una herramienta, y la mentira tiene muchas variaciones. Va desde el engaño leve al engaño extremo: frases diplomáticas, exageraciones, no contar toda la historia, guardar silencio cuando debemos hablar, blanquear motivos, lisonjear, torcer la verdad, añadir detalles falsos, inventar cuentos, abrazar la ficción como verdad.
Me gusta la manera en que el escritor John Stott lo dice: «La comunión se edifica sobre la confianza, y la confianza se edifica en la verdad. Así que la falsedad socava la comunión, en tanto que la verdad la fortalece».1 Cambie la palabra «comunión» por «matrimonio» y verá qué bien encaja. El matrimonio se edifica sobre la confianza, y la confianza se edifica sobre la verdad. Pseudos no arregla nada. Tiene el poder solo de destruir la intimidad en un matrimonio.
Decir la verdad es duro. Es un riesgo. Requiere ser vulnerables, tener confianza y fe. Pero algunas parejas se han escondido detrás del engaño por tanto tiempo, que casi ni pueden reconocer la verdad.
Si la verdad nos hace libres, entonces ningún matrimonio es más esclavo que el matrimonio que está envuelto en pseudos, en engaños, falsedades y mentiras. Descártelos y decida hoy mismo a hablar solo la verdad.
2-Expresen el enojo de manera apropiada y en el momento apropiado
Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo. Efesios 4:26-27
Alguien parafraseo este texto de la siguiente manera: «Esta bien que se enoje, pero no use su enojo como combustible para la revancha; no se quede enojado. No se vaya a la cama enojado. No le dé al diablo esa clase de posición».
Aprenda a expresar su enojo de la manera apropiada y en el tiempo adecuado. Note que no está diciendo que nunca debe enojarse. La Escritura asume que usted se va a enojar. De hecho, lo usa como un mandato: ¡Airaos! ¿Cuándo fue la última vez que obedeció a Dios y se enojó? ¿Esta mañana?
Tal vez a usted como a mí, se le enseñó al crecer que el enojo o la ira son pecado. No toda la ira es mala. Debemos enojarnos al ver que se defraudan a inocentes o se destrozan los buenos valores. Debemos enojarnos cuando vemos o escuchamos que se maltrata a un niño. Si usted escucha en un noticiero acerca del ultraje sexual de un menor y esto no hace que le hierva la sangre, algo anda mal en su escala de valores. Y hacer a un lado una seria ofensa o deshonra de parte de su cónyuge, es una señal segura de que los dos están desconectados.
No solo que el enojo no es pecado, sino que el enojo justo refleja la mente de Dios. Tome nota de la reacción de Dios al engaño en particular:
«No se dejen engañar por los que tratan de justificar esos pecados, porque el enojo de Dios caerá sobre todos los que lo desobedecen». Efesios 5:6
Si todo enojo fuera malo, entonces estuviera mal que Dios sintiera ira y enojo en contra de los desobedientes. Tendríamos que anular los Salmos, pues estos están llenos de pasajes que hablan de la ira divina. Dios no es alguien pasivo, no es apático.
Desafortunadamente nosotros sencillamente expresamos esa ira de manera inmadura y de pecado. Para ser como Dios, debemos aprender a expresarla apropiadamente y en el momento adecuado. La expresión apropiada de la ira nunca causa temor, nunca degrada ni intimida y nunca humilla a la otra persona.
La manera más rápida de calmar a un cónyuge enfadado es escuchar. Esfuércese por oír lo que su cónyuge está expresando (aunque lo haga pobremente). Mantenga cuentas cortas. La instrucción de Pablo incluye el mandato: «No dejen que el sol se ponga sobre su enojo». Significa que usted no se duerme hasta que el conflicto se resuelve. Si usted habla hasta las 3 o 4 de la mañana, verá como usted estará de acuerdo con todo para entonces.
3-Dejen de robarse mutuamente
Si eres ladrón, deja de robar. En cambio, usa tus manos en un buen trabajo digno y luego comparte generosamente con los que tienen necesidad. Efesios 4:28
Hay que dejar de robarse mutuamente. El contexto de este pasaje obviamente hace referencia al mundo real, no está limitado únicamente al matrimonio. Pero voy a aplicarla al matrimonio.
Pablo habla de dejar de robar, y una de las formas de dejar de robar es sometiéndose a trabajos forzados. Ya sea que trabaje arduamente y que pague con la cárcel hasta que se cubra la falta.
¿A que me refiero de dejar de robarse mutuamente en el matrimonio? Un matrimonio incluye más que posesiones materiales. Es una comunidad de dos, cada uno intercambiando promesas y expectativas. El tiempo, la confianza, el trabajo, lo mejor de sí mismo, incluso, de acuerdo a Pablo, el cuerpo también le pertenece a su cónyuge.
Usted le roba a su cónyuge cuando permite que alguna otra cosa invada el tiempo que le ha prometido a ella. Le roba cuando da lo mejor de usted mismo a la iglesia y no deja nada para ella en la casa. Le roba cuando ella le confía un secreto y le pide que lo guarde para usted eso y usted lo divulga. Le roba cuando ella le confía con vulnerabilidad alguna debilidad y después usted usa eso en contra de ella. Le roba cuando ella le confiesa un pecado y usted la apuñala sacándoselo a relucir. Por último, la pareja se puede robar mutuamente en la manera en la que gastan su dinero.
4-Sean muy cuidadosos con sus palabras
No empleen un lenguaje grosero ni ofensivo. Que todo lo que digan sea bueno y útil, a fin de que sus palabras resulten de estímulo para quienes las oigan. No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención. Efesios 4:29-30
La Biblia, en la versión Dios Habla Hoy dice: «No digan malas palabras, sino solo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen». Debemos aprender a ser cuidadosos con las palabras que decimos, y no solo las palabras sino el tono en el que las decimos.
Alguien dijo que: «El matrimonio comienza con mucho calor e intimidad, pero con el tiempo puede enfriarse y convertirse en una relación más comercial».
La lengua es el enemigo más poderoso en su hogar. Con ella usted puede cortar y rebanar y destrozar y hasta asesinar el carácter de alguien. Cada vez que abrimos nuestra boca, edificamos o destruimos. Afirmamos o asaltamos. Así de simple.
Es triste que algunos se esfuercen mucho para hablar cortésmente con la gente en público más que con su propio cónyuge. Hay personas que son muy dulces conmigo, pero no lo son con sus parejas. Es triste y aflige el corazón de Dios. De hecho, el versículo 30 dice «no entristezcan al Espíritu Santo de Dios». Cuide sus palabras. Cuide el tono al hablar.
5-Demuestren gracia y continúen perdonándose
Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta. Por el contrario, sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo. Efesios 4:31-32
Hay que ser amables. ¿No sería bueno que nos tratáramos cordialmente? Que usted y su cónyuge en lugar de un: «¿Y ahora qué quieres?» pudieran decir: «¿en qué puedo servirte?».
El principio es aprender a demostrarse la gracia y a perdonarse mutuamente continuamente. No somos por naturaleza personas de gracia. Por eso necesitamos aprenderlo.
La amabilidad del pastor escocés, Alexander White, era conocida. Se decía de él: «todos los gansos de White se vuelven cisnes». Los miembros de su iglesia se convirtieron en cisnes porque él los veía de esa manera. ¿En qué se está convirtiendo su esposo debido a usted, dama?
¿Esposo, acaso su mujer está convirtiéndose en una persona más realizada debido a su amabilidad?
Este pasaje está llamándonos a que ejerzamos la gracia en nuestras relaciones personales, y en su caso, sus relaciones matrimoniales. Cultiven una completa franqueza, expresen su ira apropiadamente y no se roben el uno al otro. Cuiden su habla, y busquen maneras de mostrarse la amabilidad el uno al otro.
Simplemente piense en lo fácil que sería permanecer comprometidos. Cuán natural y profunda sería su intimidad si usted y su cónyuge obedecieran todos los días estos cinco principios.