Lea el Salmo 100:1-2. Este salmo no pierde el tiempo con acciones preliminares. En vez de tratar de convencer al lector para que alabe a Dios por su bondad y por sus muchas bendiciones, el compositor presenta tres acciones imperativas, comenzando con el primer versículo.

Los Preceptos

Canten alegres al SEÑOR (v.  1).  ¡Qué manera de empezar un salmo! El idioma hebreo va al punto. De hecho, el término “alegre” no aparece en el original hebreo. Más bien, el texto se lee literalmente “canten al Señor”. La palabra “canten” viene de una palabra hebrea que significa hacer ruido o dar un gran sonido (como de una trompeta). El compositor está hablando de esa clase de canto que sale de una persona llena de gozo y que no puede contener sus emociones, muy similar a la alegría que sienten los fanáticos del deporte cuando su equipo o sus atletas favoritos hacen algo impresionante. El salmista nos está diciendo que cantemos con emoción a nuestro Dios.

Es difícil pensar en esa clase de emoción con respecto al Señor, ¿no es cierto? Admitámoslo. ¿Cuándo fue la última vez que gritó de emoción por algo que leyó en la Escritura? ¿Cuándo alzó sus manos y saltó después de un sermón acerca de los atributos de Dios? “No le estoy sugiriendo que practique un estilo de adoración distinto a lo que acostumbra, pero definitivamente, según el salmista, deberíamos sentir algo de emoción, al menos un poquito de gozo”.  Algunas veces, el Señor hace cosas que desafían cualquier explicación natural, algo que va más allá de nuestras capacidades. Cuando él le rescata, no se quede en silencio. Cántele. Eleve su voz en alabanza. Al hacerlo, estará contrarrestando ese afán de ingratitud que fácilmente puede adherirse a nuestro ser.

Sirvan al SEÑOR con alegría (v. 2). Una buena señal de una vida agradecida es el servicio. Son pocas las decisiones que son más eficaces para deshacerse del afán diario y de la ingratitud que servir a los demás. Al hacer la obra de Dios, lo servimos. No lo estamos haciendo para la iglesia, para el superintendente de algún departamento, para el pastor o para alguna junta. Estamos sirviendo al Señor mismo. A Él es a quien adoramos y a quien servimos, no a las personas. Y observe también que ese servicio no es motivado por la culpabilidad o la obligación, se nos invita a servir “con alegría”. El término hebreo de esta frase se utilizaba para describir cosas placenteras que daban felicidad.

Ahora, seamos realistas por un momento. No todo el tiempo uno siente el deseo de servir. No obstante, esperar hasta sentirse agradecido para hacerlo no es un buen plan, porque entonces nunca lo hará (lo digo por experiencia propia). El salmo no implica que solo debemos servir cuando nuestro corazón esté lleno de gozo. Al contrario, debemos servir todo el tiempo, porque el gozo surgirá después. De hecho, cuando comienzo a sentir lástima de mí mismo o cuando mi actitud comienza a volverse cínica, sé que es hora de servir a alguien que está peor que yo. No pasa mucho tiempo antes que el gozo aleje el negativismo de mi corazón,

Vengan ante su presencia con regocijo (v. 2). Hemos considerado la idea de cantar en varias ocasiones, así que no hay necesidad de agregar nada a mis propios comentarios. Permítame sencillamente enfatizar la palabra “regocijo”. El texto nos da a entender que Dios quiere que seamos personas gozosas que se regocijan en su presencia.

¿Es usted una persona gozosa? ¿Su rostro muestra una sonrisa frecuente? ¿Sus ojos reflejan una actitud interna de gozo? Por ejemplo, cuando canta en la iglesia, ¿lo hace con gozo? La próxima vez que pueda, observe a la persona que está en el automóvil al lado del suyo. No hay sonrisa en su rostro. O alguna persona que esté en el supermercado. No hay sonrisa, no hay gozo.

¿Se considera usted una persona gozosa? ¿De qué forma su temperamento afecta su actitud? Si el gozo es una decisión, ¿qué está haciendo para cultivar una actitud de gozo? Según los versículos 1 y 2, adorar al lado de otros creyentes y servir a los demás es un buen lugar para comenzar.  Quizás sea el momento para comenzar a cambiar.

Adaptado del libro de Charles R. Swindoll, Viviendo los Salmos: Ánimo para Toda la Vida (El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano, www.editorialmh.org). Copyright © 2013 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos. Usado con permiso.