A pesar de lo que va a leer más adelante, recuerde lo siguiente: no estoy en contra de la Navidad ni soy un fanático que solo permite que la Navidad sea acerca de Jesús. Nuestra familia decora un árbol de Navidad cada año. Nos damos regalos, escuchamos música navideña, cantamos villancicos, disfrutamos de la fiesta e incluso les deseamos una feliz Navidad a los demás. Créame, no tengo ningún deseo de hablar mal de la Navidad.
Pero no me podrá negar que esta temporada viene con problemas y tentaciones. Nuestra tierra querida nos lleva a la deriva tres o cuatro semanas cada año y por esa razón me gustaría dirigir estas palabras a mí mismo.
Hay una «atracción cósmica» hacia la Navidad en nuestros países, algo absorbente que nos atrae como un imán. Las emociones impredecibles e incontrolables comienzan a descontrolarse.
La nostalgia mezclada con once meses de culpa nos lleva a hacer compras extravagantes y sin sentido.
La presión de los vecinos hace que de las casas cuelguen cientos de luces navideñas.
Los anuncios de la televisión, las cuentas bancarias de Navidad y la lista de deseos solo aumenta la atracción del imán que inevitablemente termina con el sonido de la caja registradora o el sonido de la tarjeta de crédito.
Permítame que le recuerde que no estoy en contra de la idea básica de la Navidad o la belleza de la temporada. Mi ruego es que tengamos sentido común y equilibrio, eso es todo. Los cristianos tenemos que estar alerta a los peligros, luego tenemos que pensar en una estrategia que nos permita combatir cada uno de estos peligros. Le voy a mencionar cuatro:
1. El peligro doctrinal: sustituir lo temporal por lo eterno. Comparto dos pasajes que nos aconsejan al respecto:
«Pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado.
Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra». (Colosenses 3:1-2)
«No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo.
Dejen que Dios los transforme».
(Romanos 12:2 NTV)
Es importante que no nos olvidemos de lo que estamos celebrando exactamente. Es la llegada de nuestro Salvador, no de Santa Claus. La importancia de dar regalos está directamente relacionada con la presentación de Dios del Regalo de Su Hijo y nuestros hijos necesitan ese recordatorio cada año.
2. El peligro personal: impresionar, pero no impartir.
Representamos al Rey. Somos Sus embajadores elegidos que trabajamos todo el año. Así que ¡hagámoslo en esta temporada también! La gente está abierta al Evangelio en estos días. Olvídese de intentar impresionar a otros con lo que va a comprar y dedique más tiempo impartiendo lo que ya posee.
3. El peligro económico: gastar más de lo que tiene.
Antes de cada compra, piense. Hágase estas preguntas: ¿Cuál es mi presupuesto? ¿Es apropiado? ¿Este regalo comunica lo que quiero decir? Los regalos que hacemos nosotros mismos a menudo se aprecian mucho más y son mucho más baratos que los que compramos estrechando nuestro dinero. Puede seguir esta regla: si no tiene el dinero, no lo compre. Por ejemplo, mi esposa y yo decidimos hace años que no íbamos a dar más tarjetas navideñas. Sin ánimo de ofender a nadie. Es solo un ejemplo de algo que el Señor nos habló en un momento de nuestras vidas y vimos que nos ahorraba muchísimo dinero y tiempo.
4. El peligro psicológico: hacerse ilusiones y verse decepcionado.
Una de las maniobras más efectivas del sistema mundial es crear una sensación falsa de emoción. Los cristianos podemos emocionarnos mucho en la Navidad, pero el frío que nos deja después puede ser una experiencia peligrosa y deprimente. Tenga cuidado. Mantenga las manos en el volante. No se deje engañar. Disfrute del 24 de diciembre, pero no a costa del día 26.
Si se mantiene cerca de Dios, no tendrá mucha dificultad para luchar contra la plaga. Tenga como objetivo Hebreos 12:3, considérelo a Él. Llene sus pensamientos de deseo y expectativas con su Señor que no le fallará.
Cuando el papel de regalo esté en la basura y la escena de la natividad esté de nuevo en una caja guardada y la familia haya dicho adiós y la casa se sienta vacía de nuevo al igual que usted. . . Hay una Persona que está esperando para llenar su corazón y renovar su esperanza. Él estuvo ahí el 24 de diciembre y estará ahí el 26 de diciembre.
Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.