Génesis 19:15–26
Puede que no lo dijera en voz alta, pero su mirada al darse la vuelta lo dijo todo: ella no quería irse.
Por alguna extraña razón, Lot y su esposa se sentían atraídos a Sodoma. Habían vivido entre personas pervertidas e indecentes y los habían tolerado, luego se acostumbraron a ellos y finalmente aceptaron su forma de vivir.
Luego Dios entró en escena para liberar a Lot y anunció claramente el plan de evacuación para el día del juicio: «¡Corran y salven sus vidas! ¡No miren hacia atrás ni se detengan en ningún lugar del valle! ¡Escapen a las montañas, o serán destruidos!» (Génesis 19:17). No les dio acertijos complicados, solo tres gritos:
¡Corran! ¡No miren hacia atrás! ¡No se detengan!
Pero la esposa de Lot no lo hizo. Y aunque lo había oído claramente igual que Lot, aun así, se dio la vuelta, no por curiosidad sino por nostalgia. Se negó a cortar lazos emocionales.
Esto de huir y no mirar atrás es un poco extremista. Seguro que Dios no quiso decir eso. No tomó a Dios en serio, así que miró.
En un segundo, Dios la convirtió en una lección práctica. Lot y sus hijas ni siquiera sabían que no estaba hasta que llegaron a su destino. Quizás volvieron después y vieron la columna de sal que quedaba de su esposa y madre. ¡Qué espeluznante!
Una persona atrapada en un estilo de vida destructivo no cambia incluso al enfrentarse a la destrucción. ¿De qué otra forma podemos explicar por qué la gente sigue tomando drogas, aunque saben que les está matando? ¿O continúan con la inmoralidad sabiendo que está destruyendo a los que aman? El pecado tiene algo que supera a la lógica.
Dios acabó cansándose del pecado en Sodoma y Gomorra. Detrás de esta advertencia a la familia de Lot, se encontraba el peor holocausto de la civilización antigua: «Enseguida el Señor hizo llover de los cielos fuego y azufre ardiente sobre Sodoma y Gomorra» (Génesis 19:24). Lot y sus hijas probablemente sintieron el calor en sus espaldas mientras estas ciudades corruptas se incineraban y caían y las aguas del Mar Muerto limpiaban la destrucción causada.
Esta es nuestra advertencia: si, por la gracia de Dios, usted decide dejar un estilo de vida malo, no mire atrás. Solo obstaculizará el proceso de recuperación. Hay algo desastroso que ocurre dentro de nosotros cuando recordamos el placer del pecado que antes nos arruinaba. Esa mirada atrás nos debilita.
Llámelo simplista o lo que quiera, pero haga lo que haga, no mire atrás.
Adaptado del libro, Las Sabias y las Audaces. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.