Isaías 30:19-21

El 12 de octubre, 1972, un avión Fairchild F-227 de la Fuerza Aérea de Uruguay fue contratado por un equipo aficionado de rugby. ¿El plan? Volar desde Montevideo hasta Santiago, Chile. . .  un plan de vuelo que pasaría por sobre los escabrosos Andes. Abordo iban cuarenta y cinco personas, incluyendo la tripulación. El mal clima hizo que aterrizaran en Mendoza, un pequeño pueblo argentino. Siendo que el clima mejoró la mañana siguiente, el avión Fairchild salió otra vez, volando en dirección sur al paso Planchón. Nunca llegarían a su destino.

  • A las 3:21 p.m. el piloto reportó al control de tráfico aéreo en Santiago que se encontraba sobre el paso Planchón.
  • A las 3:24 p.m. él reportó que su avión estaba sobre el pequeño pueblo chileno de Curicó. Fue autorizado a virar hacia el norte e iniciar su descenso hacia el aeropuerto de Pudahuel.
  • A las 3:30 p.m. él reportó su altitud—4.500 metros.
  • Cuando la torre de control en Santiago se comunicó con el F-227 solo un minuto más tarde, no hubo respuesta. . . ni la habría por las próximas diez semanas. Había ocurrido un dilema extremo.

Varias cosas hicieron que los intentos de búsqueda fueran infructuosos. La cordillera de los Andes es amplia, peligrosa y confusa. La parte de arriba del avión era blanca, haciendo que fuera difícil de ver desde el aire. La fuerte caída de nieve hacía que el aparato se mimetizara con su entorno. Había poca posibilidad de que el avión sea encontrado, y menos posibilidad de que sus cuarenta y cinco pasajeros y tripulación hayan sobrevivido la caída.

Diez semanas más tarde, un campesino chileno que cuidaba su ganado en un valle remoto muy dentro de los Andes divisó, en la distancia, a dos demacradas figuras barbudas. Ellos hacían gestos alocados. Cayeron sobre sus rodillas como en acción de súplica, pero el campesino, temiendo que fueran terroristas, huyó del lugar. Pero, el día siguiente, regresó y vio que los dos extraños seguían al otro lado del río. Él se acercó a la orilla del río, envolvió un papel y lápiz en un pañuelo y lo lanzó al otro lado.

Cuando este fue lanzado de vuelta por las figuras desaseadas, estas palabras habían sido escritas por una mano temblorosa: «Vengo de un avión que cayó en las montañas. Soy uruguayo . . .».

Los que habían soportado esa prueba lo hicieron a causa de un ajuste radical. Se habían convertido en caníbales. En lugar de morir de hambre, decidieron cortar tiras delgadas de piel de los cuerpos congelados de las víctimas y sobrevivir comiendo la carne de quienes fueron sus amigos y compañeros de equipo. Fue, literalmente, un tema de vida o muerte, si bien una decisión dolorosa. Pero a causa de ello, dieciséis sobrevivieron y fueron rescatados. Su historia se narra en un libro que lleva un título apropiado, de una sola palabra: ¡Vivos!

Es posible que hoy usted se encuentra equinado. Aunque no está perdido en los Andes ya mencionados, usted se encuentra agarrado por el temor porque su situación es extrema. Es tiempo de lograr controlar sus finanzas. O romper esa relación que lo compromete. O decirle sí a la dirección de Dios. O ponerse al día con sus prioridades. O meterse de lleno en su oficio. No es el tiempo para un cambio suave y fácil. El dilema es extremo y la única solución es una que sea radical.

Usted ya lo ha pensado y ha considerado todas las alternativas. Su garganta está adolorida de tanto orar y sus ojos arden por las lágrimas. Usted sabe que es lo correcto, pero tiene temor. Está realmente asustado. Al principio, alguien no lo entenderá y usted no podrá explicarle. Aun así, usted está convencido de que es lo mejor. . . y que glorificará a Dios. . . que puede ser apoyado por principios bíblicos. . . y que es lo correcto.

¿Entonces? Entonces deje de procrastinar y hágalo.

Si Cristo no hubiera tomado un paso drástico, pecadores como nosotros nunca hubiéramos sobrevivido la caída del hombre. Nunca hubiéramos sido rescatados. Hubiéramos sido perdidos para siempre. La cruz fue la increíble respuesta de Dios a nuestro dilema extremo. Cristo hizo algo radical.

Ahora le toca a usted. Manos a la obra.

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.