«Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor. Ustedes son la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse. Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. De la misma manera, dejen que sus buenas acciones brillen a la vista de todos, para que todos alaben a su Padre celestial». (Mateo 5:13–16)
Como Dios nos ha llamado a ser luz y sal en una sociedad oscura y sin sabor, será necesario que nos comprometamos a la tarea que se nos presenta. Recuerde, la sal no debe perder su sabor y la luz no debe esconderse. Para que no nos desviemos de nuestro objetivo, voy a sugerirle tres afirmaciones que declaran y describen cómo cumplir con este rol.
- «Yo soy diferente».Probablemente la mayor tragedia del cristianismo a lo largo de la historia ha sido nuestra tendencia a hacernos como el mundo en lugar de ser completamente diferente a él. La cultura predominante nos ha aspirado como una aspiradora gigante y la iglesia ha hecho un gran trabajo de adaptación.Pero los siervos debemos ser diferentes. Alguien dijo en una ocasión: «tan diferentes como la tiza y el queso». Tan diferentes como la sal y la carne podrida. . . Como la luz y las profundidades de cavernas. Recuerde, no se amolde. Somos muy diferentes.
- «Yo soy responsable».Si leemos las palabras de Jesús con cuidado veremos que somos más que luz y sal. Somos responsables de que la sal no pierda su sabor y de que la luz no se esconda o pierda ante la oscuridad. De vez en cuando viene bien hacerse preguntas difíciles. Los siervos hacemos más que hablar. Nos negamos a convertirnos en los cristianos que solo salen de su escondite en navidad para luego volver a esconderse de nuevo. Debemos estar en contacto para que la sal pueda dar sabor y para que se vea la luz. Somos responsables a nivel personal.
- «Tengo una influencia»No nos engañemos. El hecho de pertenecer a Cristo, de no tener que adoptar el sistema, de ir a un ritmo diferente, nos da una influencia en nuestra sociedad. Tenemos una influencia en los demás cuando no intentamos parecer «religiosos» o predicar desde el púlpito.
Tomado de Desafío a Servir (Improving Your Serve) por Charles R. Swindoll. Copyright © 1981 por Charles R. Swindoll, Inc. Usado con permiso por Thomas Nelson. www.thomasnelson.com