Éxodo 18: 1-27
El obrero cristiano es una especia rara. Quiere que su trabajo se vea como algo terriblemente duro. De hecho, cuanto más difícil y agotador se vea, mucho mejor. Los obreros cristianos son famosos por lo que yo llamo los «cansados», mejor conocida como la sobrecargada y arcaica «imagen misionera», o mejor aún como la agotada «imagen de sobrecarga religiosa». Por lo general, andan con una Biblia vieja y gastada, y caminan encorvados, como un barco inclinado de un lado. Rara vez sonríen, proyectando una imagen de: «por favor tengan compasión de mí». Eso, personalmente, me da náuseas.
Pero no quiero ser muy crítico. La trágica realidad es que, algunas de estas personas están realmente sobrecargadas de trabajo y a duras penas tienen lo suficiente para seguir viviendo. Pero creo que uno puede estar en el ministerio a tiempo completo sin tener que asemejarse al estereotipo del «pobrecito yo».
Las personas más felices de la tierra deben ser las que están sirviendo al Señor. Y debemos transmitir esa imagen. Tenemos todas las razones del mundo para sonreír más que nadie. Aunque nuestro trabajo es tremendamente serio, debemos pasarla mejor que los demás, y encontrar más satisfacción en hacerlo que el que hallan las demás personas en cualquier otro trabajo o vocación. Creo que una persona que realice un ministerio con personas de diferentes culturas, o el pastor de una iglesia local, debe ser capaz de disfrutar de la música y de disfrutarla al máximo, como cualquier otra persona.
Con toda franqueza, esas personas que dan la imagen de haberse comido el último pedazo de paz que les quedaba, no ministran de manera muy efectiva, definitivamente no a mí. Las personas que me ministran a mí, y aquellas a quienes yo creo que ministro, son hombres y mujeres que realmente disfrutan de la vida. En realidad, no necesitamos pasar todo nuestro tiempo del lado negativo de la vida; ya hay suficientes experiencias dolorosas alrededor nuestro.
No me malinterprete, por favor. El ministerio cristiano no es un llamamiento fácil. Hay, ciertamente, períodos en los que usted tiene que trabajar más horas de lo que debiera. Y esos períodos pueden suceder uno tras otro. Pero no tenemos que recordarle a la mayoría de los pastores la necesidad de que se esfuercen más. Necesitamos recordarles otra cosa: «Ustedes están haciendo su trabajo más difícil de lo que debe ser. Compartan la carga. ¡Sean menos exigentes consigo mismos! Su trabajo puede ser más fácil. Permitan que los ayudemos a hacer las cosas».
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.