Job 28: 1—28

En nuestra congregación hay un hombre que hace poco fue operado del cerebro. El tumor que tenía en la parte central de su cráneo estaba empujando hacia atrás su cerebro y destruyendo poco a poco su memoria. Cada semana, el crecimiento del tumor se le hacía más pronunciado y debilitante, de modo que la única alternativa era la operación del cerebro.

Después de salir con éxito de la operación, lo visité en el hospital. Tenía una cicatriz sobre el cuero cabelludo, que iba desde su oreja izquierda, pasando por la parte superior de la cabeza, hasta la oreja derecha. La incisión se mantenía cerrada con grapas de acero inoxidable. Estaba acostado en su cama y sonriendo cuando entré a la habitación. No pasó mucho tiempo sin que me diera cuenta de que mi visita a él tuvo una razón diferente a la que yo había planeado. Al ir, recibí una nueva carga de sabiduría. Él no recibió nada de mí, yo la recibí de él.

Estuvo hablando del Señor desde el momento que iniciamos nuestra conversación hasta que me marché. Mencionó percepciones que el Señor le había dado. Hablo de las elecciones que había comenzado a aprender. Hablo de la enorme sensación de paz que había disfrutado desde el comienzo mismo de su enfermedad. quiero decir, si alguna vez un hombre estuvo totalmente concentrado en el Señor, ese hombre era él. Sus palabras fluían con un tono de dulzura. Había un ritmo de tranquilidad en nuestra conversación cuando él respondía. Él estaba diciendo, en realidad: «por favor, no me compadezca. Esta operación del cerebro se ha convertido en mi oportunidad para confiar en el Señor con todo mi corazón, para que Él me enseñe algunas cosas que de otra manera no habría aprendido». Estaba, literalmente, regocijado, como también su esposa. La sabiduría y entendimiento habían eclipsado totalmente el dolor y el pánico.

¡Cuán cierto es esto! Mi amigo que estaba en el hospital no necesitaba compasión sino respeto, ¡y lo tuvo de mí ese día! Él nos aventaja en sabiduría a muchos de nosotros. Por eso, cuando habla, es como una nueva visión en cuanto a la vida. Él sigue todavía respondiendo a los problemas de la vida con alegría. Esa visión y ese gozo les han venido de Dios a través de la experiencia del sufrimiento. El beneficio más importante ha sido el reordenamiento de sus prioridades.

Job nos enseña una lección única: Cuanto mayor es el sufrimiento, mejor sabemos lo que realmente importa. Ahora volvemos al punto donde comenzamos: El sufrimiento nos ayuda a tener claras nuestras prioridades y a pensar solo en los objetivos correctos.

¿Qué sabiduría ha logrado usted por medio del sufrimiento?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.