Éxodo 2:11-14, Hebreos 7:20-29

Moisés creía que él iba a ser el libertador, muchos años antes de recibir su comisión junto a la zarza ardiente. Suponía que todo el mundo lo reconocería.

El pasaje continúa, diciéndonos: «Al día siguiente, él se presentó a unos que estaban peleando . . . » (Hechos 7:26).

¿Por qué volvió Moisés a la escena del crimen? Pienso que regresó para llevar a cabo su plan. Había probado su lealtad a los hebreos matando a un funcionario egipcio. Ese era el Plan «A». Ahora vendría el Plan «B». Volvería a la escena de su acción para formar un ejército con sus seguidores. Pero estos no le hicieron caso. De hecho, no le mostraron el más mínimo respeto. «Entonces, el que maltrataba a su prójimo le rechazó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernador sobre nosotros?» (Hechos 7:27).

¡Cómo debieron haber herido estas palabras a un hombre que acababa de arriesgarlo todo!

Era un plan muy simple, ¿no le parece? Una premisa sencilla. Si usted es un líder espiritual, la gente espiritual le seguirá. Eso es lo que sucede con cualquier líder. Si usted conoce a la gente, esta le seguirá. Pero ellos no siguieron a Moisés. En ese momento, el príncipe de Egipto estaba solo. Había llegado la hora de pagar la factura por su carnalidad.

Seamos sinceros. ¿Alguna vez ha experimentado usted algo así? La mayoría de nosotros sí. Usted lo tiene todo listo para hacer algo grande para Dios. Ha fijado las metas. Ha invertido tiempo y dinero. Lo ha compartido con mucha gente. Pero por más doloroso que nos resulte reconocerlo, las metas que no han sido empapadas con la oración ni presentadas primero al Señor con humildad, resultan totalmente inútiles. No llegan a ninguna parte, no logran nada. Generan calor, pero nada de luz. Y usted queda confundido y derrotado.

Conclusión: Si usted se está moviendo en la energía de la carne, sus esfuerzos están condenados al fracaso. Pero si le pide con fe al Señor que le indique el siguiente paso, si espera humildemente en Él, Dios le abrirá las puertas o se las cerrará, y usted podrá descansar y estar tranquilo hasta que Él le diga: «Ve».