Juan 10:27-28

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.  (Juan 10:27-28)

MISERICORDIOSO PADRE, LA BELLEZA del mundo natural y cómo sus elementos te obedecen, nos recuerda que servimos a un Salvador vivo. Estas cosas nos muestran que estás más vivo que nunca y en control de todas las cosas.

La vida a nuestro alrededor nos recuerda que Tu Hijo resucitó de los muertos. La naturaleza testifica de Tu obra en el mundo así como Tu cuidado por la creación. Aun cuando esto debiera minimizar nuestras dudas acerca de Ti, Tus promesas y Tu poder, con frecuencia no ocurre así.

Deseamos ser renovados internamente. Dependemos totalmente de Ti para que lo hagas. Para que efectúes esa renovación que no podemos realizar por nosotros mismos. Aleja las sombras con Tu luz y que Tu verdad reemplace la ignorancia, la superstición y el temor en nosotros. Reemplaza nuestras dudas con la seguridad de tu gran salvación. Aumenta nuestra fe. Que no dependa de sentimientos frágiles y cambiantes si no de la roca sólida de tu verdad.

Y después de eso, danos una melodía que ilumine nuestro día y nuestro camino. Ayúdanos a vivir en Tu verdad y aleja nuestras dudas. En el nombre de Cristo, a quien le damos el primer lugar. Amén.

Véase también Colosenses 2:1-3; Hebreos 3:14; 6:11; 10:22; 11:1; 1 Juan 5:11-13.

UNA BENDICIÓN DE SEGURIDAD
Me encanta la poderosa promesa que se registra en Judas 24 -25: «Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén».

Esa bendición está fundada en la esperanza de la venida de nuestro Salvador por nosotros al decirnos lo que el Señor está haciendo ahora. . . así como algo hará por nosotros entonces, cuando él venga.

Ahora: «Nos guarda de caer» (v. 24).

Entonces: «Nos presentará sin mancha, con gran alegría» (v. 24).

En el presente, Jesús nos guarda, nos protege, y nos ayuda para que no caigamos. Es increíble la forma en que nos ama y nos recuerda de Su amor. Es increíble la forma en que nos refuerza cuando nos sentimos débiles.

En el futuro, cuando nuestro querido Señor venga, seremos irreprochables. . . impecables. . . intachables. Jesús no se enojará con nosotros por nuestros fracasos ni intentará avergonzarnos. Más bien, la gracia que experimentamos ahora la tendremos ese día en abundancia.

Algunas personas piensan que el Todopoderoso se enojará al analizar nuestras vidas y ver las numerosas veces que hemos caído. ¡No, y mil veces no! Dios no lleva un registro de sus faltas para luego usarlo en su contra. Eso téngalo por seguro.

Ese día, Él nos aceptará, aunque sabe que somos polvo y nos llevará a Su gloria «irreprochablemente». Quisiera invitarle a que haga una pausa en este momento y medite en lo que acaba de leer. Es imposible imaginar ese momento sin llenarnos de un gozo indescriptible.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.