1 Reyes 17: 17—19

La lágrimas corren con abundancia sobre el rostro de la mujer mientras sostiene el cadáver de su hijo en brazos. En ese preciso momento, Elías extiende sus brazos y dice: «Dámelo».

Elías le dice: «Dame a tu hijo». Entonces lo toma de sus brazos y lo lleva la habitación de arriba donde él vivía, y lo acuesta en su propia cama (1 Reyes 17: 19).

Allí está la mujer sosteniendo el marchito cuerpo, sin vida, de su único hijo. Su mundo se le ha venido al piso de repente y sin previo aviso. Elías simplemente le dice: «Dámelo».

¿Sabe usted lo que me impresiona de verdad aquí? El silencio de Elías. De alguna manera, él sabe que nada que pueda decir en este momento consolará a esta acongojada madre. Ninguna palabra que le diga podrá aliviar su abatido espíritu. Por tanto, no argumenta con ella. No la reprende. No trata de razonar con ella. No le recuerda todo lo que ella le debe, ni la vergüenza que debiera darle echarle la culpa a él. Simplemente le pide que ponga su carga en sus brazos.

Haga una pausa por un momento para darse cuenta de que Elías está una vez más en una situación que, al menos desde un punto de vista humano, no se la merece. Obedeció a Dios presentándose ante Acab, y luego se escondió en Querit. Caminó con el Señor desde Querit hasta Sarepta. Había hecho exactamente lo que el Señor le dijo. Confió en Dios, y ahora está recibiendo todo el peso del reproche de esta mujer.

Dios parece a veces ponernos en un trono, y luego aprieta y aprieta hasta que pensemos, en medio del dolor de su soberana presión: «¿Qué está tratando el Señor de hacer conmigo?» Caminamos, entonces, más y más cerca de Él. No sé cómo podríamos caminar más cerca, pero siguen viniendo las pruebas, una tras otra.

Así es como se encuentra Elías, pero no flaquea. Se mantiene confiado y callado a la sombra de Dios, firme en su fe, confiando en el poder del Señor. Esa es humildad en su mejor expresión.

Elías no cuestiona a Dios. Se mantiene tranquilo. No pierde el control. No discute con la mujer. Simplemente le dice, con calmada compasión: «Dame el niño».

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.