Hechos 11: 25; 2 Corintios 12: 2—6

Quiero darle una nueva dosis de esperanza. Pero, para hacer eso, permítame ofrecerle cuatro principios que tendrán para usted más significado en el tiempo en que Dios le lleve a esperar en las sombras.

Primero: Cuando Dios nos prepara para un ministerio efectivo, Él incorpora lo que nosotros preferimos omitir, un período de espera. Eso cultiva la paciencia. Cuando escribo esto, me viene a la mente que jamás he conocido a un joven que sea paciente (para ser sincero, también he conocido a muchos viejos que tampoco lo son). Todos tenemos prisa. Tener paciencia es difícil en una sociedad de gente apresurada. Pero es una cualidad fundamental que solo se puede cultivar en largos periodos de espera.

Segundo: Cuando Dios nos hace esperar, escondiéndonos en su sombra, nos muestra que no somos indispensables. Eso nos hace humildes. Una razón importante por la que Dios nos saca de la escena y nos hace esperar en su sombra, es para recordarnos que somos la estrella protagónica; que no somos indispensables. Esa conciencia desarrolla humildad verdadera. Estoy convencido de que Saulo nunca cuestionó a Dios por haber tenido su mano sobre Pedro y Bernabé, en vez de sobre él. En un tiempo cuando la mayoría de las personas talentosas se habrían estado presentando como voluntarias en los centros de avivamiento, Saulo se mantuvo de buena gana entre bastidores, mientras esperaba su tiempo, corrijo, el tiempo de Dios.

Tercero: Mientras Dios nos mantiene ocultos, nos revela nuevas dimensiones de sí mismo y nuevas percepciones en cuanto al ministerio. Eso nos da profundidad espiritual. Lo que necesitamos hoy no es más personas más inteligentes o más diligentes. una necesidad mucho mayor es la de personas con mayor profundidad espiritual. estas personas tendrán siempre un ministerio. Dios nos da profundidad espiritual por medio del tiempo que esperamos en Él.

Cuarto: cuando Dios decide finalmente usarnos, eso se produce en el momento menos esperado, cuando nos sentimos menos calificados. eso nos hace efectivos. el ambiente perfecto para un Ministerio efectivo y que permanezca en el tiempo, comienza con una sorpresa: «¿Yo?» ¿Seguro que no quieres más bien a esa otra persona? Ella tiene muchas cualidades y dones que saltan a la vista. Será mejor que hables con ella». Esa es la idea. Es alentador, en estos tiempos de tanta eficiencia, hallar a unas pocas personas que se asombren todavía por la manera como Dios las está utilizando.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.