Salmos 54

Imagine a David debajo de un arbusto o en una cueva derramando sus sentimientos en el Salmo 54 y pidiéndole al Señor que le ayude. Los primeros tres versículos son una oración y el énfasis es el enemigo. Luego el enfoque cambia y ahora se presenta al defensor divino del compositor en los siguientes dos versículos. Los dos últimos versículos son frases de alabanzas que David escribe al enfocarse en su propia historia con Dios.

Oh Dios, sálvame por tu nombre y defiéndeme con tu poder. Oh Dios, escucha mi oración; atiende a las palabras de mi boca. Porque los extraños se han levantado contra mí, y los violentos buscan mi vida. No toman en cuenta a Dios. Selah (vv. 1-3)

Los versículos 1 y 2 se leen de manera diferente en la Biblia hebrea comparada con nuestra traducción hispana. Literalmente dicen: «Oh, Dios, sálvame…Oh, Dios, escucha mi oración».

Normalmente, en la oración hebrea, el verbo aparece primero, pero en este caso, cada clamor de auxilio comienza con la frase: «Oh, Dios. . .» al cambiar el orden de la oración, David enfatiza su dependencia total de Dios. Y ese énfasis se refuerza más al utilizar la repetición del nombre de Dios: «Oh, Dios. . . Oh, Dios. . .»

Aquí descubrimos inmediatamente un ejemplo que David nos da sobre lo que debemos hacer cuando nos encontramos bajo ataque o bajo tensión emocional a causa de la gente. David nos da a entender que lo primero que debemos hacer es orar y pedirle a Dios su fortaleza y su estabilidad. Por lo general, es lo último que hacemos, ¿no es cierto? El instinto casi siempre nos empuja a contraatacar. Buscamos la venganza o desarrollamos un resentimiento en contra de aquel que nos hace la vida miserable.

Observe que David solicita la liberación y la vindicación en base a dos aspectos: el nombre de Dios y el poder de Dios.

A través del Antiguo Testamento, leemos al menos doce nombres que se le dan a Dios, cada uno enfatiza un aspecto particular del carácter de Dios.

David, recuerda los atributos de Dios y primero se enfoca en el poder de Dios, su omnipotencia. Cuando las personas nos atacan, nuestra imaginación tiende a exagerar la verdad; comenzamos a pensar que nuestros enemigos tienen poder ilimitado. David encuentra consuelo recordando que Dios es más poderoso que cualquier ser o cualquier cosa en el universo.

David continúa describiendo su problema en detalle:

Porque los extraños se han levantado contra mí, y los violentos buscan mi vida. No toman en cuenta a Dios. Selah (v. 3)

David utiliza dos adjetivos para sus enemigos: «extraños» y «violentos». El primer adjetivo se refiere a las personas que vivían en la región de Zif. Por lo general, las personas se conocen por su trasfondo. Por ejemplo, los moabitas son descendientes de un patriarca llamado, Moab. Los amalecitas fueron descendientes de Amalec. Pero el caso de los zifitas no tenemos un origen conocido. El término de la palabra «extraño» proviene de una palabra hebrea que significa dispersar o esparcir. Quizás eso los caracterizaba como personas con un pasado desconocido. David no entendía por qué estos extraños se aliaban a Saúl y porque se habían convertido en espías del rey.

Menciono esto porque quizás alguna persona que esté leyendo este libro, esté pasando una situación similar a la de David, donde personas lo han espiado y traicionado sin un motivo aparente. Es aterrador pensar que se nos acuse falsamente de algo, especialmente cuando la acusación viene de personas extrañas. Cuando algo así sucede se llega a pensar que todo el mundo se ha vuelto en contra de uno. Peor aún cuando el enemigo es alguien que uno considera un amigo.

El segundo adjetivo, «violentos» se refiere a Saúl, a quien David sirvió anteriormente como músico y soldado y también se refiere a las tropas de Saúl, cuya misión era regresar con la cabeza de David. Imagínese, seiscientos soldados leales a Saúl buscando capturarlo. David no tenía ningún apoyo en Israel ni en los pueblos vecinos a Israel.

David menciona más adelante que sus enemigos no estaban escuchando a Dios. Esas acciones que ellos estaban realizando no las hacían cumpliendo la voluntad de Dios. Actuaban bajo su propio interés sin pensar en la justicia, y eso nos lleva a un punto importante. Cuando las personas se vuelven contra usted, y usted no tiene la culpa, el sentimiento es el mismo que si le pateara una mula. No obstante, considere lo siguiente: usted fue golpeado por una criatura cuya naturaleza es dar patadas.

En otro salmo, un compositor observa que resistir la voluntad de Dios no solamente es inútil, sino también perjudicial para la misma persona: «¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos traman cosas vanas?» (Salmo 2: 1).

Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.