Santiago 3:5-6

Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida. (Santiago 3:5-6)

PADRE, NUESTRAS LENGUAS MALIGNAS generalmente están fuera de control. Hay personas que han confiado en nosotros y hemos quebrantado su confianza. Hemos contado a otros la forma en que alguien nos han ofendido, pero no hemos intentado hablar con esa persona que nos ofendió con el fin de restaurar la relación. Hemos expresado celos y envidia por alguien que ha recibido un ascenso en el trabajo en lugar de nosotros. Muchos carecen de la valentía de decirnos cara a cara de cuál es nuestro error, pero no es así, Sin embargo, Tú no lo haces, Señor. . . tú nos mandas a controlar nuestra lengua. Somos reprendidos por Tu acusación, cuando dices que de la misma boca sale bendición y maldición y que esto no debe ser así. Señor, ayúdanos a recordar que no hay una decisión más importante que la salvación. Y que seguido a esto, no hay decisión más importante que tratar de restaurar una relación que se ha fracturado debido a palabras hirientes. Perdónanos por hablar sin conocer los hechos o sin ganarnos el derecho de decir lo que hemos dicho. Perdónanos por herir a aquel hermano o hermana que no estaba allí para defenderse. Escucha nuestra oración y reivindícanos, Señor, porque también otros nos han asesinado verbalmente y nuestra integridad ha sido violada. Te pedimos que pelees por nosotros. Venimos ante Ti hoy confiando en el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Y con nuestra lengua decimos. Amén.

Véase también Salmos 120:1-4; Proverbios 16:27-28; Lucas 6:37-38; Santiago 3:8-12.

LA LEY DEL ECO

El principio del eco es una de esas leyes inmutables en la naturaleza física y especialmente en la naturaleza humana. ¿A qué me refiero? Es muy simple. Recibimos a cambio exactamente lo que damos. Es más, en algunos casos recibimos aún más de lo que damos. ¿Recuerda las palabras de Jesús? «Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir» (Lucas 6:38).

La ley del eco se aplica también en el matrimonio. ¿Desea usted un cónyuge que sea amable, perdonador, tolerante y comprensivo? ¡Comience siéndolo usted mismo!  Aplique las palabras de nuestro Salvador y trate a su cónyuge exactamente cómo le gustaría que le tratarán a usted (Mateo 7:12). Exactamente. Esa es una gran promesa, pero se basa en una gran tarea.

La ley del eco se aplica también en nuestro trabajo. Las vidas de los demás son como acantilados rocosos que están listos para hacer eco a las mismas actitudes y acciones que iniciamos. ¿Desea usted que sus socios en el trabajo sean amables y desinteresados? ¿Que no tengan comentarios hirientes o malas miradas? Usted debe comenzar con la persona que ve en el espejo cada mañana.

Es asombrosa la forma en que se cumple esa ley. Los alumnos de una clase por lo general son un eco del maestro que les enseña. Una congregación de adoradores generalmente es un eco del predicador. Si éste comunica palabras negativas, amargas y demandantes, el eco reflejará esas mismas características, casi sin excepción.

La ley del eco. Si queremos que otros no nos juzguen o nos condenen, nosotros debemos dar el primer paso. Si queremos que haya comprensión, que nos permitan ser nosotros mismos, debemos tratarlos de la misma forma. Lo semejante engendra lo semejante. Las sonrisas reproducen sonrisas. La risa es contagiosa. Lamentablemente, también lo son el ceño fruncido y las palabras nocivas. Aquello que depositamos, lo obtendremos en retorno ¡Y a veces más!

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.