Salmos 40:4

Cuán bienaventurado es el hombre que ha puesto en el Señor su confianza y no se ha vuelto a los soberbios ni a los que caen en falsedad. —Salmos 40:4

 

PADRE CELESTIAL, ESTAMOS AGRADECIDOS por Tu Hijo, Jesús. ¿Dónde estaríamos sin Él? ¿Cómo viviríamos nuestras vidas sin la confianza firme que tenemos en Él? Cuán dulce es confiar en Cristo y cumplir Su voluntad. Padre, con esa disposición, te entregamos las presiones del hogar, la oficina, los eventos inexplicables y los misterios que todavía no se resuelven. Seguimos confiando en Ti. Confiamos que nos darás las respuestas que todavía no conocemos. Confiamos en que cumplirás aquellos deseos de nuestro corazón que no podemos alcanzar por nosotros mismos.

Creemos lo que has dicho. Sabemos que lo que has prometido, Tú lo cumplirás. Lo que has escrito,  Tú lo mantendrás. Gracias por hacer que Tu Palabra se dé a conocer en nuestro idioma y que la podamos leer no solo como páginas escritas en blanco y negro, sino como una verdad que se puede vivir por ella y, si es necesario, hasta morir por ella.

Pedimos que nuestros hijos nos recuerden como padres que te aman; como padres que los criaron en la forma en que te satisfizo. Ayúdanos para que crezcan y aprendan a respetarte, que confíen profundamente en Ti, así como nosotros lo hacemos. Qué fácil es que la iglesia se convierta en un vivero donde el crecimiento parezca normal y predecible pero alejado del mundo real. Ayúdanos a enseñarles a nuestros hijos lo que significa vivir para Cristo en un mundo que desde hace mucho tiempo se ha desviado del rumbo.

Cuan dulce es confiar en Cristo,  y lo hacemos así Padre, con todo nuestro corazón. Oramos en Su gran nombre. Amén.

Véase también Salmos 37:5; 56:3; Proverbios 3:5-6; Isaías 12:2.

 

¿QUIÉN ESTÁ A CARGO AQUÍ?

Es fácil confundirse en estos días. No queremos estar «fuera de control». Por ejemplo, la gente que bebe demasiado se dice que está «fuera de control». Lo mismo va para quienes llevan las cosas al extremo: medicamentos, alimentos, ejercicio, sexo, gastos, trabajo, etcétera.

Pero espere. ¿significa eso que necesitamos estar «en control»? ¿Es ese nuestro objetivo? Antes de que responda, considere lo siguiente. Conozco a varios ejecutivos que definitivamente están «en control». Sus empleados tienen que decidir si aguantan o saltan del barco tan pronto aparezca otro empleo. Algunos padres, sin lugar a duda, están «en control». Ellos saben intimidar, dominar y manipular. Las suegras son famosas por esto, no todas, pero muchas. Por lo general, utilizaron esas mismas tácticas para controlar a sus esposos.

Una vida saludable y feliz requiere que estemos en control de nosotros mismos…pero no controlando a los demás. ¿Quién es nuestro ejemplo? Cristo, por supuesto. Él vino a realizar una obra y la hizo sin dificultades, sin pánico personal, sin demandas extremas y siempre se mantuvo en control de su objetivo. Fue a la cruz en el momento indicado. Pero la mayoría de las personas en esa época, al igual que ahora, no le pusieron atención. ¿Tenía Jesús la capacidad de controlar y obligarlos a que lo escucharan? Absolutamente. Pero fue ese control perfecto, el que lo detuvo a controlar a los demás.

En resumen, la vida cristiana es una batalla contra la voluntad: la voluntad de Cristo versus la voluntad nuestra. Cada día que vivimos debemos responder a la pregunta de quién está en control. Si decimos que Él lo está, debemos dejar que Él sea el piloto y eso incluye el avión, el mapa, la ruta, el destino; en otras palabras, todo el viaje. Eso significa confiar en Jesús.

Sea honesto ahora. ¿Le ha entregado el control a Él hoy?

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.