Hechos 18: 1—17; 2 Corintios 11: 22—28

Suficiente lo dicho en cuanto a Pablo, pero ¿qué me dice de usted? Adelante rápidamente el casete al siglo 21. ¿Está usted excesivamente afligido y cargado? ¿Siente como si estuviera bajo una presión tan intensa en estos días que está al borde de la desesperación? Le tengo una noticia sorprendente. Usted está exactamente donde Dios quiere que esté. Fueron necesarios todos esos años para llevarle a esta situación de impotencia y de necesidad. ¡Mire ahora hacia arriba!

¿Se está sintiendo aplastado y confundido, malinterpretado y vencido? Resista la tentación de arremangarse y poner en acción un plan de recuperación autoimpuesto. ¡Esta es su oportunidad! En vez de contraatacar, ríndase. Acepte su debilidad. Dígale a su Padre Celestial que está confiando en la fortaleza de su poder. Si Pablo pudo hacerlo, usted también puede, y yo también.

En este momento estoy enfrentando algunas situaciones difíciles. ¿Con usted está sucediendo lo mismo, sin duda. Muchas veces estoy a punto de llorar. Me desaliento con frecuencia. Casi no pasa una semana sin que no caiga en un leve sentimiento de desánimo. ¿Le suena familiar eso? ¡Reconózcalo! Algunas noches no duermo bien. Hay veces que lloro por la decepción que me causa el fracaso de alguna persona. . . o mi propio fracaso. ¿A usted también? Usted y yo tenemos que enfrentar el hecho de que nunca podremos manejar solos ninguna de estas presiones. Cuando reconozcamos esto, y solo entonces, la fortaleza del Señor se liberará en nosotros.

¿Está usted listo para enfrentar la próxima batalla con una nueva estrategia? Muy bien, empiece por rendirse, en vez de volverá su mismo método de antes, haciendo flexiones mentales, diciéndose a sí mismo que debe verse fuerte y actuar con valentía, poniéndose los guantes y entrando al cuadrilátero, confiando en sus propias fuerzas para ganar, tener éxito e impresionar. Deténgase y ríndase. Caiga de rodillas y clame a Dios. Reconozca sus deficiencias y declare su incapacidad para seguir adelante con sus propias fuerzas.

Si usted está finalmente listo para hacerse a un lado y dejar que el Señor haga las cosas como él quiere, dígaselo; y luego hágalo. Él honrará su reconocimiento de debilidad mostrándose a sí mismo fuerte a través de usted. Pero si usted no lo hace, él tampoco lo hará.

Ese es el llamado que Él le hace.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.