Hechos 23: 11—22

El plan era pérfido y había sido puesto en acción por aquellos que lo querían ver muerto y ¡no un solo asesino, sino cuarenta! Cuarenta terroristas resueltos, actuando bajo el amparo del sigilo, y todos jurando: «No comeremos ni beberemos nada hasta que lo hayamos matado». Pero no habían contado con un aliado inesperado de Pablo. Su sobrino lo había oído todo por casualidad, y fue a prevenir a su tío.

Increíblemente, el sobrino de Pablo jugó un gran papel en su supervivencia. Su nombre no se menciona, ni volvemos a saber más de él. Entonces, ¿cómo se enteró él de la conspiración? Solo Dios lo sabe.

Mientras tanto, el comandante romano se estaba sintiendo aliviado, orgulloso del buen manejo de la situación. Sus pensamientos fueron interrumpidos por un vacilante toque a su puerta. La noticia no podía ser buena. Uno de sus centuriones le dice que hay un joven que está con él y tiene una información importante que darle acerca de un complot para asesinar a Pablo. El comandante romano no iba a permitir que una agresiva banda de fanáticos estropeara su plan de enviar a Pablo ileso a Roma. Por tanto, se puso de inmediato en acción.

Cuatrocientos setenta y dos soldados, uniformados, armados y entrenados contra cuarenta conspiradores andrajosos. Bonita ventaja. Eso sí que es una desproporción. A este hombre nadie le iba a ganar. Se aseguró de que nadie pudiera poner sus manos sobre Pablo. ¿Recuerda usted la promesa de Dios? «Tendrás que testificar en Roma». Esto es justamente parte de ese plan divino. Fue como si Dios hubiera dicho: «Yo sé lo que estoy diciendo. Te escoltaré totalmente protegido, tú estás en mis manos». Una escolta oficial impresionante, que le venía a las mil maravillas.

¡Qué historia tan estimulante! A pesar de tener todas las circunstancias en su contra, Pablo nunca estuvo fuera de la mano protectora de Dios. Tampoco lo estamos usted y yo.

¿Se siente solo, maltratado, incomprendido y olvidado? Recuerde que esta historia es verdadera. Dios está en actividad. Él está allí, trabajando entre bastidores. Él hará que todo salga bien al final. Él tiene un plan. Justo cuando usted tiene el convencimiento de que su mundo está a punto de venírsele abajo, él se hace presente y lo pone a salvo. En el caso de Pablo, el Señor utilizó a un aliado inesperado y prácticamente anónimo, a un sobrino desconocido que sale de las sombras justamente en el momento preciso. El tiempo de Dios está siempre perfectamente sincronizado con su voluntad. Recuerde eso, y descanse tranquilo.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.