Génesis 46:1-7

Sí, el viejo Jacob había aprendido unas duras lecciones en cuanto a lo que le había sucedido en el pasado cuando no buscó el consejo de Dios ni anduvo con él. Por consiguiente, quiso asegurarse de que Dios estaba en esto. Iba a ser una gran mudanza para toda la familia. Afortunadamente, a estas alturas Jacob ya se había convertido en un hombre sabio y avezado. Se detuvo y esperó, dispuesto a saber si el traslado a Egipto iba a estar acompañado por la presencia y la bendición de Dios.

Debió haber sido un gran momento cuando, en la noche, fue despertado por la voz de Dios llamándole: «Jacob, Jacob».

«Heme aquí», respondió tranquilamente.

«Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto y ciertamente yo también te haré subir de allí. Y la mano de José cerrará tus ojos».

Este fue un momento trascendental, no solo para Jacob y su familia, sino también para todo Israel. Es una referencia profética inicial al gran éxodo de Israel desde Egipto. Lea de nuevo las palabras del Señor a Jacob: Note la promesa: «Ciertamente yo te haré subir [a esta tierra] otra vez».

Tener que hacer una gran mudanza puede ser uno de los momentos más inseguros que enfrentemos en la vida. Desarraigarnos de un lugar para arraigarnos en otro puede causar no solo temor sino también depresión. Creo, por tanto, que es prudente hacer una pausa aquí y comprender el valor que tiene el que Jacob escuche la aprobación de Dios. He conocido a personas que han necesitado años para adaptarse, y hay algunas que simplemente nunca se adaptan. Para el creyente, esto se acrecienta por el hecho de no saber si Dios está la mudanza. Y aunque nos sintamos seguros de que Dios está en ella, podemos todavía experimentar períodos de incertidumbre y de desplazamiento. Me estoy refiriendo no solo al traslado geográfico sino también un cambio de carrera o a un cambio de estatus de la soltería al matrimonio. ¡Son cambios grandes, muy grandes! Por eso, es sumamente importante que tengamos la seguridad de que Dios está con nosotros durante esos cambios en el estilo de vida y en los períodos de adaptación.

Como hijos de Dios, debemos escuchar la voz de Dios y preguntarnos: ¿Está Dios en esto? ¿Le agradará esto?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.