Hechos 27: 33-38

Piense por un momento en lo que le estaba sucediendo a Pablo. ¿Imagina usted lo que es luchar contra una tormenta durante dos semanas y no comer nada durante ese tiempo? Eso fue lo que experimentaron los hombres que iban en el barco de Pablo. Pero más extraordinario aun es cómo responde la mayoría de las personas a las tormentas de la vida. Nos quedamos sin combustible dando las batallas por nuestra propia cuenta, y terminamos físicamente debilitados, emocionalmente consumidos y sin poder conciliar el sueño. El ancla de la renovación nos protege contra esa clase de agotamiento. Por eso Pablo animó a los hombres a comer y a renovar sus fuerzas. Pero primero oró. ¡Todos oraron!

¿Puede usted imaginar la escena? La tormenta rugía alrededor de ellos, mientras que casi 300 hombres tenían inclinadas sus cabezas en oración mientras Pablo daba gracias por la poca comida que tenían; luego todos participaron juntos de la comida.

Su alimentación espiritual es crucial durante los periodos de tormenta. En los momentos de pánico, usted querrá comer menos. Asimismo, no dormirá lo suficiente. No pasará mucho tiempo sin que deje de orar por completo, y se verá vacío espiritualmente. El cada vez mayor dolor emocional combinado con la cada vez menor renovación espiritual puede ser fatal para su fe.

La renovación espiritual se logra fundamentalmente por medio de la oración. Pocas disciplinas tienen mayor importancia que la oración cuando todo se ve tétrico. Simplemente, dígale a Dios lo que le está sucediendo. Luche por saber cuál fue la razón de la tormenta. Busque la dirección de Dios, y no desista hasta estar satisfecho con la respuesta del Señor. Pablo fue ejemplo de eso en la cubierta de aquella tosca embarcación.

En cuanto a los hombres que se encontraban a bordo, estoy seguro de que fue la primera vez en sus vidas que oraron. ¡Fue, sin lugar a duda la primera vez que oraron al Todopoderoso! Y es posible que fuera la primera vez en toda su vida que escucharon orar dando gracias por una comida. En medio de una rugiente tormenta de lluvia y vientos, hicieron una pausa para ver a un hombre reverente y humilde ofrecer una oración de gratitud al Señor Dios Creador del cielo y de la tierra, Capitán de los vientos y de las olas. Eso los animó. Fue algo sencillo, pero el efecto fue profundo. Pablo les había mostrado el ancla de la renovación, un destello de esperanza.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.