1 Reyes 17: 2—6

Cualquier recluta que haya pasado por un campamento de entrenamiento podrá decirle que a toda hora del día alguien le está ordenando a uno a dónde ir, cuándo estar allí, qué hacer y cómo sobrevivir. Eso es parte fundamental del entrenamiento básico. Y Dios hizo lo mismo con su profeta. Le dijo a Elías exactamente a dónde debía ir, qué iba a hacer cuando llegara allí, y cómo se las arreglaría para sobrevivir. A Elías debió parecerle muy extraño ese plan.

Lo primero que tenía que hacer era esconderse.

«¿Esconderme?» ¡Yo soy un profeta! Un hombre de palacio. Yo estoy proclamando a tu Palabra. Pareces olvidar, Señor, que fui llamado a predicar».

No, le dijo Dios a Elías. Esta vez no. «Escóndete», le dijo.

La palabra hebrea utilizada aquí sugiere la idea de ocultamiento, de mantenerse aparte con un propósito. «Ocúltate, Elías», le dijo Dios. «Ocúltate, mantente en secreto».

Una de las órdenes más difíciles de escuchar, una de las más difíciles de obedecer, es la orden de esconderse. La orden de marcharse solo, de desaparecer de la vista del público, de retirarse y de permanecer oculto deliberadamente. Esto es especialmente cierto si usted se siente cómodo siendo el centro de la atención pública, si es una persona franca y abierta, y si está dotada de habilidades para el liderazgo. También es cierto si es una persona activa que le gusta que las cosas se hagan.

Es posible que usted sea una mujer muy capaz, ya sea ama de casa o profesional. Pero, de repente, es sacada de su mundo de actividad interminable y de envolvimiento efectivo. Pero Dios le dice, claramente: «Escóndete. Permanece a solas. Deja de estar en primer plano. Aléjate de las cosas que satisfacen tu orgullo y tu ego, y ve a vivir en el arroyo».

A veces, la enfermedad obliga a hacer ese cambio. A veces, es cuando llegamos al límite de nuestras energías y comenzamos a agotarnos, o estamos a punto de eso. Algunas veces, Dios, sin darnos explicaciones, sencillamente nos quita de un lugar y nos moldea de nuevo para ponernos en otro.

Dios tenía un par de razones para ordenarle a Elías que se escondiera. Primera: quería protegerle de Acab; y, segunda: quería prepararlo para que se convirtiera en un hombre de Dios. Cuando Dios nos dice, de repente, casi como viniendo del mismísimo cielo: «Escóndete», él tiene, por lo general, estos propósitos en mente: protección y preparación.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.