1 Reyes 17: 4
La dirección de Dios incluye también su provisión. Dios dice: «Ve al arroyo, yo te sustentaré». En su libro, It is toward Evening (Se ha ce de noche), Vance Havner cuenta la historia de un grupo de agricultores que cultivaban algodón en el sureste de los Estados Unidos de América cuando el devastador gorgojo invadió los sembrados. Estos hombres habían invertido todos sus ahorros, dedicado todas sus tierras y puesto todas sus esperanzas en el algodón. Pero luego llegó el gorgojo. No pasó mucho tiempo sin que pareciera que todos ellos estarían destinados a vivir de la beneficencia.
Pero los agricultores, como personas resueltas e ingeniosas que son m dijeron: «Bueno, no podremos sembrar algodón, así que sembraremos maní». Asombrosamente, el maní les produjo más dinero que lo que habrían ganado jamás sembrando algodón. Cuando los agricultores se dieron cuenta de que aquello que parecía un desastre, en realidad había sido una bendición, erigieron un enorme e impresionante monumento en honor al gorgojo; un monumento de aquello que ellos habían creído los iba a destruir.
«A veces caemos en una aburrida rutina, tan monótona como cultivar algodón año tras año», dice Havner, quien era un viejo y experimentado hombre de Dios cuando escribió estas palabras. «Luego Dios envía el gorgojo. Nos saca violentamente de nuestra rutina, y tenemos que encontrar nuevas maneras de vivir. Los reveses económicos, una gran aflicción, un padecimiento físico, la pérdida de una posición. ¡Cuántos han llegado a ser mejores agricultores por causa de un problema, y tener una mejor cosecha en sus almas! Lo mejor que nos ha sucedido a algunos de nosotros fue que tuviéramos nuestro propio ‘gorgojo’».
Cuando Dios dirige, Él también provee. Eso fue lo que sostuvo a Elías durante su experiencia en el campamento de entrenamiento.
Tenemos que aprender a confiar en Dios una día a la vez. ¿Notó usted que Él nunca le dijo a Elías cuál sería el segundo paso, hasta que este dio el primero? Dios le dijo a su profeta que fuera donde Acab. Cuando Elías llegó al lugar, Dios le dijo lo que debía decir. Después que dijo todo lo que debía decir, el Señor le indicó: «Ven ahora al arroyo». No le dijo a Elías que iba a suceder en Querit; simplemente le dijo: «Ve al arroyo y escóndete». Elías no conocía el futuro, pero sí tenía la promesa de Dios: «Te sostendré mientras estés allí». Y Dios no le comunicó el paso siguiente sino hasta que el arroyo se secó.
Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.