1 Reyes 17: 4—6

Los cuervos fueron el servicio de catering de Dios que llevaba la comida a su profeta. «Los cuervos te traerán tu comida, Elías». ¿No es increíble? Dios provee para el bienestar físico de Elías durante este tiempo de aislamiento. Pero también hace provisión para su bienestar espiritual. Dios sabía lo que Elías necesitaba; por consiguiente, el silencio y la soledad debían ser parte esencial de su experiencia en el campamento de entrenamiento.

En esencia, Dios le dice a Elías: «Necesitas salir del ojo público. Necesitas subir a la montaña para estar a solas conmigo, donde puedas oír mi voz claramente. Necesitamos pasar más tiempo juntos, Elías, y necesitas más preparación».

La buena noticia es esta: Elías obedece sin vacilar un momento. Ni siquiera preguntó por qué.

Elías fue e hizo conforme a la Palabra del Señor. Fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está al frente del Jordán. (1 reyes 17: 5).

Observe los términos aquí. Fue y vivió junto al arroyo de Querit. Una cosa es tomarse un día para salir a explorar un camino desconocido, irse de excursión durante un fin de semana, o incluso pasar dos o tres semanas de excursión en el desierto. Tales aventuras ofrecen todo el placer de estar lejos de los cuidados del mundo real durante unos días, al mismo tiempo que tener la seguridad de saber que nuestra línea de comunicación con la civilización sigue estando allí. Pero una cosa muy diferente es vivir en el desierto, solo, durante un largo tiempo. Sin embargo, eso fue precisamente lo que Elías hizo durante meses, posiblemente la mayor parte de un año. Dios dijo: «Vete allá, establécete y vive allí». Eso fue exactamente lo que hizo Elías.

¿Aceptaría usted una comisión así del Señor? ¿Respondería con esa obediencia inmediata? ¿Cuántos de nosotros diríamos solamente: «Sí, Señor, confío en ti completamente. No necesito la notoriedad para sobrevivir?» ¡Muy pocos! Preferimos más bien un cristianismo cómodo y activo.

Aunque realmente no hay nada de malo en ser un líder, o cumplir con el papel de vocero de Dios, es muy fácil volverse un adicto del foro público, sintiendo que somos indispensables para el plan del Señor. Es muy fácil descuidar, ignorar o no notar esas ocasiones en las que es necesario que nos repleguemos, hagamos silencio, nos reagrupemos, repensemos las cosas y renovemos nuestras almas.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.