Salmos 139
David meditaba en el diseño intrincado que Dios había puesto en la humanidad en el Salmo 139 y en el amor leal del Señor por cada individuo. Eso lo hacía enojarse con los enemigos de Dios. Él pensaba: «¡Son tan malos! ¡Son tan desleales! ¡Es inexcusable que quieran rebelarse ante Dios!»
David sentía un enojo justificado en contra de los impíos. David quería imitar a Dios. Él quería ser un hombre piadoso, quizás más que cualquier otro rey en la historia de Israel, lo cual explica por que fue llamado «un hombre conforme al corazón de Dios». El término, «aborrecer» denota una decisión de rechazar algo para escoger otra cosa.
A diferencia de la definición en español, la palabra aborrecer en hebreo no busca hacer daño en otra persona, más bien da la idea de alejarse de ella. En el Antiguo Testamento cuando se decía que alguien odiaba a alguien la idea era que le daba la espalda.
El versículo también utiliza la palabra «contender» y en este caso el término es muy emocional. Significa dolerse o sentir repulsión. El amor que David le tenía a Dios era tan grande que él no podía entender cómo había gente que odiaba a Dios. Y ya que él estaba alineado con el Señor, los enemigos de Dios eran también sus enemigos. No obstante, en vez de enfrentar y destruirlos por sí mismo, David le pide a Dios que lo aparte de ellos.
Esta frase no debe ser comprendida como un ruego brutal y sangriento o un gesto egocéntrico. David estaba interesado en ser un hombre de Dios a pesar de cualquier cosa. Su celo por la justicia le impulsaba pedirle a Dios ayuda para protegerlo de aquellos enemigos. Para David, un hombre de guerra, la única solución era que Dios matara al impío. David no lo pensó dos veces para hacer esa petición.
Charles Spurgeon escribió: «Los hombres sin Dios no tienen ninguna sustancia con la que se puedan crear buenos amigos».
Palabras verdaderas. No estoy tratando decirle que nos alejemos totalmente de todos los perdidos, lo que quiero decir es que mantener una compañía íntima con aquellos que odian a Dios afectará nuestra vida espiritual.
El virus del corazón degenerado es peligrosamente contagioso y uno no puede pasar mucho tiempo junto con ellos sin que se llegue a sufrir de la misma enfermedad. Esto es tan cierto para el adolescente que quiere la popularidad a cualquier costo como para el hombre de negocios que prostituye sus convicciones por un poco más de dinero. ¡La transigencia espiritual es un problema mortal!
Ya hemos leído 1 Corintios 15:33 en varias ocasiones pero vale la pena volverlo a repetir: «No se dejen engañar: Las malas compañías corrompen las buenas costumbres».
En el versículo 20 del Salmo 139, David muestra dos características que identifican a los enemigos de Dios:
- Hablan en contra de Dios (son irreverentes).
- Toman el nombre de Dios en vano (son profanos).
¿No le parece interesante que los impíos revelan su maldad por medio de su lengua? La irreverencia y la blasfemia son características de los problemas profundos del corazón. Recuerde esto: una lengua irreverente e ilusa es el derivado de un corazón irreverente e iluso.
Como David confiaba que Dios lo iba a proteger acabando con sus enemigos, él no intentó confrontarlos él mismo. Y note que tampoco intentó reformar las vidas de sus enemigos. Ambas cosas hubiesen sido inútiles. La decisión final le pertenece al Señor. A propósito, esa es una acción bíblica y sabia.
Afirmando el alma: David se sentía tan cerca del Señor que los enemigos de Dios se habían convertido en sus enemigos; él aborrecía lo que Dios aborrecía. ¿Qué tan similares son sus valores con respecto a los de Dios? ¿De qué forma sus emociones se conjugan con las de Dios en lo que respecta al bien y el mal?
Adaptado del libro, Viviendo los Salmos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2013). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.