Salmos 5:8

Señor, guíame en tu justicia por causa de mis enemigos; allana delante de mí tu camino. Salmos 5:8

PADRE NUESTRO, POR SIGLOS has usado Tu Palabra para hablar con hombres y mujeres de diferentes culturas y países, alrededor del mundo. Has enviado misioneros llenos de fe a lugares difíciles y oscuros con la Palabra de Dios grabada en sus corazones. Ellos la han presentado y Tú la has bendecido. Tu palabra se esparce como fuego y como Tus hijos, somos recipientes de Tu fidelidad. La mayoría de nosotros tuvo padres y madres piadosos que nos enseñaron el camino desde el nacimiento. Otros aprendieron la verdad de mentores cuando eran adultos. Otros más ancianos descubrieron lo que se habían estado perdiendo toda su vida. Hemos sido redimidos, comprados con la sangre de Cristo, libertados de una vida de esclavitud y adicción lejos de la desesperación y la esclavitud del pecado. Estamos muy agradecidos.

Gracias, Padre celestial, por dirigirnos en nuestro propio éxodo personal—guiándonos de principio a fin, guiándonos cuando ni siquiera queríamos conocerte, guiándonos aun cuando estábamos huyendo de Ti. Gracias por la liberación de aquellos faraones de nuestra vida, aquellos amos crueles. Gracias por traernos al Pastor de nuestras almas.

Y también, Padre celestial, hacemos una pausa en este momento, en adoración para recordar Tu liderazgo. Te alabamos en el nombre de Cristo, nuestro Salvador y Señor. Amén.

Véase también Éxodo 13:21; Salmos25:5; 139:9-10; Isaías 11:6.

DEJAR QUE EL SEÑOR DIRIJA
Hay una extraña declaración que Pablo mientras se despedía de un grupo de amigos. La mayoría de ellos lloraba porque se daban cuenta de que no volverían a ver a Pablo. El anciano apóstol, los miró y señaló hacia el sur, hacia el mar Mediterráneo mientras decía: «ahora, he aquí que yo, atado en espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que allá me sucederá» (Hechos 20:22).

¡Que reconocimiento tan honesto! «Voy. . . sin saber qué ocurrirá».

Así se puede resumir la vida cristiana, ¿no es cierto? Ir. . . sin saber. Como seguidores de nuestro Señor creemos que Él nos dirige en una dirección específica para llegar a un objetivo preciso. Esa dirección es clara. Al menos para nosotros. Por eso le seguimos obedientemente. Empacamos, nos despedimos de los amigos y salimos adelante a enfrentar un futuro incierto pero con una dirección segura de parte de Él. Algo extraño pero a la vez algo común.

No hay un cristiano que esté leyendo estas palabras que no haya pasado por ese sendero o haya tenido dificultad para convencer a los demás de que lo que está haciendo es correcto. Muchos cristianos han soportado las miradas de desaprobación y quizás hasta el consejo bien intencionado de aquellos que nos dicen que no es buena idea.

¿Quién de nosotros no ha dado esos pasos de fe, abandonando la seguridad del hoy para entrar en un túnel oscuro donde no se ve la luz al final? Sin embargo, lo hacemos llenos de una emoción inimaginable. Vamos hacia adelante sin saber lo que viene. Obedecemos sin tener una comprensión total. Comenzamos una jornada basada en la fe que es imprevisible, arriesgada, y aparentemente ilógica pero que ha sido impulsada por nadie más que el Señor mismo. Eso es seguir a Cristo.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.