Isaías 40:26

Alzad a lo alto vuestros ojos y ved quién ha creado estos astros: el que hace salir en orden a su ejército y a todos llama por su nombre. Por la grandeza de su fuerza y la fortaleza de su poder no falta ni uno. Isaías 40:26

PADRE NUESTRO, CON FRECUENCIA BUSCAMOS palabras para describir nuestra gratitud hacia Ti. Ciertamente, podríamos comenzar con la palabra grandeza ya que eso es lo que eres y también lo que has hecho. Tu poder no conoce límites. Otra palabra que pudiésemos usar es profundo. Ya que las profundidades de nuestras almas hacen una pausa de vez en cuando para maravillarnos con Tu carácter. Al mirar hacia arriba y darnos cuenta de que Aquél que llama las estrellas por su nombre y ha puesto a cada una en su sitio, conoce nuestro nombre, conoce el número de nuestros días, e inclusive, conoce el número de pelos que tenemos en nuestra cabeza. Nuestra gratitud por ti se profundiza al pensar en ello. Único, es otra palabra, Padre nuestro, por la que tenemos gratitud por Ti como por nadie más. Tú eres el único recipiente de nuestro afecto. Eres el único que merece nuestra alabanza.

Todo eso se resume en la frase: eres indescriptible. Es absolutamente imposible para nosotros tratar de expresar lo inexpresable con palabras. Por lo tanto, ya que no tenemos las palabras para decirlo, nos alegramos de darte nuestras vidas una vez más. Que nuestro amor y nuestra obediencia por Ti te haga conocer lo profundo y lo especial de nuestra adoración por Ti. Oramos esto, en el nombre indescriptible de Jesús. Amén.

Véase también 2 Samuel 7:18-21; Job 23:13; Isaías 40:12-18; 2 Corintios 9:15.

LLÉNESE DE ASOMBRO
Me parece que si el Hijo de Dios, al encontrarse en alguna encrucijada durante Su existencia terrenal, oraba diciendo: «Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras» (Mateo 26:39), sería sabio para nosotros decir las mismas palabras más a menudo. Cada día.

Necesitamos este recordatorio, especialmente los que nos somos tentados a pensar que podemos controlar las cosas. Aquellos que jugamos a tener influencia en nuestro propio destino, debemos darnos cuenta de nuestro verdadero tamaño. ¿Cuántas veces Dios tiene que decirnos que Sus caminos son más altos que los nuestros antes de que empecemos a creerle? ¿Cuántas veces tiene que probarnos que Él es el Pastor y nosotros Sus ovejas? ¿Cuántas veces tiene que decirnos que Él es la vid y nosotros las ramas, antes de que nos postremos y le digamos: «Que se haga Tu voluntad, Señor?» La verdad es que no solo nos creemos capaces de declarar cuál es Su plan para nuestras vidas, sino que también pensamos que tenemos la capacidad de discernir Su plan panorámico en todos los ámbitos. ¡Qué ridiculez! Lo que deberíamos hacer es confiar y obedecerle todos los días.

Quiero ser honesto con usted. Entre más investigo la expansión de nuestro universo, ya sea en el cielo, en el mar, las montañas majestuosas o las cosas microscópicas, más me encanta quedarme quieto y llenarme de asombro. ¡Que Dios tan maravilloso servimos!

Tales momentos hacen lo que se supone deben hacer: nos revuelven por dentro para que un cambio esencial ocurra. Dios se vuelve que y quien Él debería ser, esto es, indescriptible—pro que Él es insondable. ¿Santo? Por supuesto. ¿Poderoso? Sin lugar a dudas. ¿Compasivo? Siempre. ¿Justo, lleno de gracia, amoroso, autosuficiente y soberano? Totalmente.

Pero Él es mucho más que eso, más. . . mucho más. Más de lo que podemos comprender. Más de lo que podamos pensar. Más, de lo que el más brillante de entre nosotros pueda imaginar.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.