Efesios 5:23
El concepto de alguien que es la cabeza de algo es prevalente en nuestra sociedad. Ser la «cabeza» de una compañía, organización o entidad gubernamental denota liderazgo. En cualquier ámbito, consideramos que la cabeza es la que ejerce autoridad y poder, la persona a cargo y la que toma decisiones.
Jesús, la Cabeza de la iglesia, encaja con esta descripción. En Efesios, Pablo nos dice que Dios Padre ha dado todo poder y autoridad a Dios Hijo: «Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia» (Efesios 1:22). «Todo» significa toda la creación. En otras palabras, Jesús dicta los términos de todo lo que ocurre en el universo.
Sin embargo, Pablo hizo más que simplemente darle un título a Jesús. El apóstol continuó presentando una profunda relación para que los creyentes la consideren: la que existe entre Jesús y la iglesia. Puede que miremos a la iglesia como algo proforma, algo que debemos hacer como creyentes. Pero eso es un fracaso. La iglesia es más que el grupo de personas que vemos los domingos. La iglesia está compuesta de todos los que están unidos en Cristo; es el cuerpo de Cristo. La iglesia está compuesta por aquellos que han sido invitados a participar en el programa divino de Dios, mediante la creencia en su Cabeza, Jesucristo. Es una relación posicional que describe nuestra identidad como creyentes.
También es una relación dinámica de sumisión a la Cabeza en respuesta a Su amor sacrificial por nosotros. ¡Solo mire cómo Pablo describió la relación del matrimonio como metáfora del amor de Cristo por Su iglesia (Efesios 5:22–33)! Es difícil decir cuando Dios deja de hablar del matrimonio y empieza a hablar de la iglesia.
Entonces, Jesús como Cabeza de la iglesia implica más que simplemente tener la posición de autoridad y poder, aunque esto también es cierto. Este nombre de Jesús tiene implicaciones para nuestro crecimiento debido a la relación independiente entre la Cabeza y el cuerpo. Su dirección llena la vida de los creyentes y nosotros debemos crecer en Él, lo cual significa que la manera en que vivimos, pensamos y creemos debe estar anclada en Cristo. ¡Estas son noticias refrescantes para nosotros! Nos libera de tener que pensar en diferentes maneras de «estar a la altura». Ya nos ha dicho a través de Su palabra y Su ejemplo.
Crecer en Cristo también significa que nuestra relación los unos con los otros deben estar anclada en Cristo. Crecemos en Cristo al hablar de la verdad en amor los unos con los otros (Efesios 4:15).
¿Qué verdad? La verdad de Jesús, quién es y lo que significa para nuestras vidas. Hablar de la verdad en amor significa confrontar el comportamiento y las creencias que contradicen la verdad de Jesús. Cuando hablamos la verdad de la Cabeza, esto aviva a la iglesia a crecer en Él.
No somos máquinas que obedecen porque Él lo dice, la autoridad de Cristo en nuestras vidas se traduce en amor por Él y por los demás. Aquí es donde la relación dinámica entre la Cabeza y Su cuerpo tiene más importancia todavía. La gente fuera de la iglesia no ve a la Cabeza, pero sí ve a Su cuerpo. ¿No es de sorprenderse que Pablo proclamara la majestad de Cristo a la vez que Su liderazgo en la iglesia? ¡La iglesia debe vivir como retrato vivo de la Cabeza!
Esto debe llevarnos a pensar en cómo honramos a Jesús como Cabeza de la iglesia. ¿Nos sometemos a Su autoridad? ¿Honramos a Su iglesia reflejando el amor sacrificial que Él nos mostró a nosotros? ¿Qué imagen de Cristo estamos mostrando al mundo?
Adaptado del libro, Los Nombres de Jesús. Publicado por Visión Para Vivir. Copyright © 2023 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.