Éxodo 16: 1-36

Los días han pasado. Si usted lee cuidadosamente el pasaje anterior que se encuentra en el capítulo 15 del libro de Éxodo, observará que solo les tomó tres días para encontrar el agua de la cual estaban disfrutando ahora. Pero ahora ha transcurrido mes y medio, es decir ¡más de 40 días! Yo llamo esto la prueba del tiempo. Ellos están ahora en medio del desierto con expectativas poco realistas. «Pensábamos que habíamos terminado estos días de sed en el desierto. Ya estuvimos allí tres días. ¿Por qué tenemos que regresar?

Adivine. Las quejas no se hicieron esperar. «Entonces toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aaron en el desierto» (16:2). ¿Por qué estaban murmurando? Una vez más, porque estaban mirando hacia atrás. Escuche sus palabras en el versículo 3: «¡Ojalá el Señor nos hubiera morir en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos junto a las olas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esa multitud» (v. 3).

¿No se parece a la reacción que usted tendría? Si es así, es el momento para que aprenda una lección imperecedera. Si usted se concentra en el pasado, no pasará mucho tiempo sin que poco a poco comience a quejarse. Recordará un tiempo, muy remoto, empapado por el borroso y optimista ardor del recuerdo, cuando algo fue más fácil y más cómodo de lo que es hoy. Y al comparar el antes con el ahora, le garantizo que se quejará.

Es doloroso tener que soportar las pruebas, y más doloroso todavía es repetir esos episodios. Sin embargo, sin estas profundas heridas tendremos muy poca capacidad para recibir consuelo espiritual o avanzar en el camino de la madurez. La prueba del tiempo es quizás la más dura de todas.

Dios nos pule por mucho tiempo con estas pruebas para hacernos crecer. Para quebrantarnos. Para humillarnos. Para reducirnos a una confianza absoluta y sincera, en la que podamos decir: «Señor, he llegado al final de lo humanamente posible. Si quieres que muera en este desierto, aquí está mi vida. Tómala. Me niego a mirar atrás y a quejarme de mi situación en este momento». Moisés había aprendido a esperar. Su congregación necesitaba aprenderlo también. Y usted, ¿necesita aprenderlo?

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.