Génesis 39: 19-23

Imagine lo que debió haber pasado por la mente de José en ese momento, poco después de haber sido encarcelado. No solo era inocente, sino que también había resistido la descarada tentación una y otra vez. (Recuerde que él nunca había leído Génesis 41. No o sabía cuál iba a ser el final. No sabía que en cuestión de años sería el primer ministro de Egipto). Lo único que sabía en este doloroso momento era que únicamente había hecho lo correcto y que había sufrido una injusticia. El tiempo transcurría lentamente. Los días se convertían en meses. Había sido una vez más injustamente condenado, olvidado, y estaba totalmente desamparado.

Pero, de alguna manera, en medio de esta injusta situación, José sentía que la mano del SEÑOR estaba en todo esto. «José, tu eres mío. Yo estoy contigo. No te estoy ignorando ni rechazando. Serás un hombre mejor, por causa de esta acusación contra ti. José, aún no he terminado de prepararte para mi servicio».

Es posible que usted este enfrentando una tentación ahora mismo. Quizás ya ha cedido. Algunos de mis lectores pudieran estar pensando: Dígalo, pastor, necesito oírlo. Hasta ahora he resistido la trampa de la tentación sensual, y necesito ayuda para mantenerme firme. Pero nadie que este leyendo esto puede decirme: «No sé de qué está usted hablando. Yo nunca me he enfrentado con algo como esto en toda mi vida».

Usted y yo necesitamos discernir los tiempos en que vivimos. Estamos viviendo en una era que intenta llevar a la grada a extremos heréticos. Esto es algo que veo y escucho prácticamente todos los días. Por tanto, permítame decirle esto con toda honestidad: El mayor regalo que usted puede darle a su cónyuge es su pureza, su fidelidad. La cualidad de carácter que usted puede darle a su cónyuge y a sus hijos, es el autocontrol moral y ético. Manténgase firme, amigo mío. No ceda. José lo hizo, y usted también puede hacerlo. ¡Tiene que hacerlo!

Cualquiera que sea la situación, no importa lo atractiva, agradable o momentáneamente encantadora que parezca la camada, no coquetee con ella. Pida la fortaleza sobrenatural que proviene de conocer a Jesucristo y, actuando bajo el control de su poder, manténgase firme en su fuerza. Ahora mismo, en este momento, decídase a ser un José. Prepare su mente para unirse a las filas de Dios, y de hoy en adelante resista.

De no ser así, usted claudicará. Sera solo cuestión de tiempo.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.