Salmos 23:2-3

En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce. Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre. Salmos 23:2-3

EN ESTE NUEVO DÍA, PADRE CELESTIAL, reconocemos Tu liderazgo en nuestras vidas. Nos has dirigido desde nuestro nacimiento. Escogiste el lugar, el tiempo y hasta nuestros padres. Escogiste que fuésemos criados en un hogar y nos llevaste adelante cada día de nuestra niñez. Fielmente te has quedado con nosotros a través de los turbulentos años adolescentes. Durante nuestro crecimiento espiritual, nos diste el conocimiento de Tu Hijo Jesús y nos hiciste darnos cuenta de que había esperanza en Él. Estamos muy agradecidos que nos ayudaste a comprender las buenas nuevas de la muerte y la resurrección de Cristo, y por el regalo de la vida eterna que recibimos por la fe en Cristo, y por Su gracia.

Te agradecemos por guiarnos todos los días. Nos damos cuenta que hemos sido guiados por la sabiduría del Espíritu de Dios.

Sin saber lo que nos depara el futuro, te invitamos a que nos dirijas, Rey eterno. Dirígenos. Recuérdanos una y otra vez que no estamos solos y que no debemos caminar solos.

Te lo pedimos en el magnífico nombre de nuestro Salvador, Dueño, Líder y Señor Jesucristo. Amén.

Véase el Salmo 5:8; 31:3; 71:6,17; 129:1-2; Isaías 48:17; Juan 6:44.

DONDEQUIERA QUE ÉL DIRIJA
Abraham recibió el desafío de decir adiós a lo conocido y salir de su pueblo, Ur. ¿A dónde iba? ¡Ni él no lo sabía!

Ahí estaba, un hombre de casi setenta y cinco años subiendo maletas en una caravana de camellos, junto con su esposa y familia en dirección a. . . algún lugar.

Hebreos 11:8 lo dice de esta forma: «Por la fe Abraham, al ser llamado, obedeció, saliendo. . . sin saber adónde iba».

Recuerdo un importante hombre de negocios cristiano que dejó un trabajo que le ofrecía un salario de seis dígitos, para adentrarse en una nueva carrera sin ningún entrenamiento o experiencia. . . quien, después de aprender el «teje y maneje», quizá (y repito, quizá) ganaba algunos 20 mil dólares al año, si las cosas salían bien.

Le pregunté: ¿por qué estás haciendo esto? Con una seguridad increíble él respondió: «Una sola palabra—Dios». Han sido pocas las personas que he visto tan confiadas y a la vez tan realizadas que él.

¿Se encuentra usted al filo de una decisión así? ¿Está el Señor desatando las cuerdas de su tienda de campaña, sugiriéndole que es el momento de dar un paso drástico de fe—contando con Él para que dirija sus pasos a través de un futuro que no parece tener un mapa tangible? ¡Qué bien! Pero, antes de que salte, este seguro de cuatro cosas:

  • Asegúrese que sea el Señor el que lo está dirigiendo.
  • Asegúrese que la decisión que está tomando no contradiga la Escritura.
  • Asegúrese que su motivación sea pura y sin egoísmo.
  • Asegúrese que ese salto de fe no vaya a dañar a otras personas o su testimonio.

Es útil recordar que Dios nos llama «peregrinos y extranjeros» (Hebreos 11:3). En otras palabras, personas nómadas, que viven en tiendas de campaña, sueltas y dispuestas, listas para caminar en cualquier momento, dispuestas a romper el molde—cuando sea y donde sea que Dios dirija. A pesar de las circunstancias.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.