Mateo 6:19-21

«Si podéis penetrar la semilla del tiempo,
decir qué grano crece
y cuáles no,
habladme a mí . . .»

Macbeth, acto 1, escena 1, línea 58

¿Quién no quisiera escucharle a alguien así? ¿Quién no se ha encontrado parado de puntillas, esforzándose por ver lo que hay en el futuro? Aun los escritores de una revista semanal intentaron ver más allá del presente. Ellos no hicieron muchas predicciones, pero sí hicieron algunas preguntas difíciles y de gran envergadura. Entre esos:

¿Estará Norteamérica en retirada?
¿Logrará nuestra nación recuperar su confianza?
¿Estará la educación pública en declinación fatal?
¿Podrá el mundo ser alimentado?
¿Podremos encontrar más petróleo?
¿Podemos seguir esperanzados?

Ese último es realmente la raíz del asunto, ¿cierto? A menos que tengamos esperanza, podría significar años bastante tristes por delante. Para el siglo que viene, la «semilla del tiempo» de Shakespeare podría encontrarse bastante regada y peligrosamente escasa.

Pero limitemos nuestros pensamientos a lo que somos capaces de manejar mejor. La mayoría de nosotros admitiría que esas preguntas de la revista de noticias son demasiadas abarcadoras para nosotros. Necesitamos algo de un tamaño más parecido a un bocado que podamos masticar.

Entonces bien, que tal pensar en la unidad que se llama su familia . . . allí tenemos algo que vale la pena considerar más allá del día de hoy. ¿Hacia dónde se dirige usted? ¿Cuál es su plan de acción para los próximos diez años? ¿Ha dedicado tiempo para pensar en algunos objetivos específicos que desea alcanzar—o siquiera intentar alcanzar? ¿Qué tal seleccionar algunas prioridades? ¿Usted dice que no hay apuro? Yo le cuestiono eso. Estos diez años pasarán volando literalmente. En una década más usted le arrancará del calendario la página de diciembre y se preguntará: «¿Cómo pasaron los diez años tan rápidamente?».

Diez años . . . En este instante, pare y añada diez años a su vida y (si tiene una familia) haga lo mismo con cada uno de sus hijos.

De repente nos sentimos todos más sobrios. El badajo de la urgencia ha golpeado la campana de la realidad, y algunos de nosotros sentimos un llamado a regresar a nuestra responsabilidad ineludible. Dios nos manda a «entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría» (Salmo 90:12).

Perdóneme por insistir en el tema hasta el punto de ofender, pero a menos que algunos de ustedes que leen estas palabras paren y piensen y comiencen a llevar a cabo metas esenciales para los próximos diez años, la indiferencia, la pasividad y la procrastinación ganarán otra victoria. Y en lugar de tomar algunas decisiones difíciles que darán inicio a cambios beneficiales, sus lazos familiares se irán soltando, sus hijos irán a la deriva y usted sentirá pena al recordar la manera en que eran antes.

¡Cuánto mejor es invitar al Señor, quien está vivo y conoce todas las cosas, que le muestre la manera de hacer que los años venideros sean mucho mejores que los que vinieron antes! Que le permita ser mejor, como también mayor.

Que tal si ofrece esta oración—por fe:

Señor, ya que usted puede mirar dentro de la semilla del tiempo,
“Y decir qué grano crece,
Háblame entonces . . .

Tomado de Come Before Winter and Share My Hope, Copyright © 1985, 1988, 1994 por Charles R. Swindoll, Inc. Todos los derechos reservados mundialmente. Usado con permiso.