Hechos 14: 21—28

Cuando Pablo volvió a los lugares donde había estado antes, lo hizo con una conciencia tranquila. El final del capítulo 14 del libro de los Hechos, registra el viaje de regreso de Pablo y Bernabé a Antioquía, su base de operaciones. En la ruta visitaron varias ciudades donde habían predicado antes el Evangelio. Volvieron a Listra, donde Pablo había sido apedreado y luego a Iconio. También pasaron por Pisidia y Panfilia, y después por Perge y Atalia. Cansados, pero felices, se hicieron a la mar por las azules aguas del Mediterráneo nororiental con destino a Antioquía: Su primera empresa misionera estaba ahora en su bitácora.

Al realizar este viaje de regreso, se detuvieron para alentar y fortalecer a los discípulos que habían hecho. Plantaron iglesias y nombraron pastores. No se menciona para nada que hubieran hecho intentos para que fueran reparadas las injusticias de que habían sido víctimas. No hubo estallidos de ira, nada que deplorar. Su enfoque seguía siendo el mismo: Llevar adelante un Ministerio autentico para la gloria de Dios.

En todo lo que Pablo hacía, la gloria era para Dios. de todas las cosas que usted recuerde, no olvide esto. Lucas escribe: «Después de llegar y reunir la Iglesia, se pusieron a contarles cuántas cosas había hecho Dios con ellos, y cómo Él había abierto a los gentiles la puerta de la fe» (14:27, cursivas añadidas). ¿No es esto maravilloso? no hubo grandiosas ruedas de prensa para celebrar una campaña exitosa. Tampoco hubo entrevistas vanidosas en algunas estaciones de radio cristianas para llamar la atención a sus dificultades y sus éxitos. Nada de eso. Solo dijeron lo que Dios había hecho por medio de ellos. Eso me encanta.

Pablo nunca olvidó que lo importante era lo que Dios había hecho, no lo que ellos habían logrado. El trabajo lo haremos nosotros, pero la gloria le pertenece a Dios. No podemos quedarnos con una gloria que no nos pertenece. Toda la gloria le pertenece a Él. Al no hacerlo, nuestra actitud no nos deja poner las cosas en su perspectiva correcta.

Mi desafío para usted es que viva una vida cuidadosamente examinada, en una época en la que nada se examina. El resultado de esto será un Ministerio cuidadosamente examinado en un día cuando casi cualquier cosa es aceptada. Pase lo que pase, mantenga sus ojos en la meta, y por más difícil que sea, no se rinda. Aunque los obstáculos sean muy difíciles, la recompensa será eterna.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.