Daniel 9:8-10

Oh Señor, nuestra es la vergüenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él, y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios para andar en sus enseñanzas, que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. Daniel 9:8-10

 

PERDÓNANOS, PADRE NUESTRO, por sentirnos atraídos a los placeres del pecado. . .  a lo que a primera vista parece estar lleno de éxtasis y satisfacción, pero que en realidad es algo hueco y absurdo. Gracias por traer convicción a nuestras vidas y por señalarnos nuestra rebelión. Necesitamos que nos recuerdes eso todos los días para que podamos invertir realmente en lo que vale la pena. Queremos buscar las cosas de Dios, las cosas que tú consideras importantes y valiosas—un caminar recto, un corazón puro, un estilo de vida comprometido. Deseamos que nuestra familia ocupe una prioridad por encima de la fortuna y que tengamos un propósito por encima de la fama, y que la justicia tenga prioridad sobre las riquezas.

Padre nuestro, instrúyenos y enséñanos en la forma que debemos conducirnos. Gracias por eso. Tú iluminas nuestro sendero con Tu Palabra. Gracias por el alivio que sentimos al saber que somos perdonados y la tranquilidad mental que acompaña un corazón limpio. Finalmente, gracias por Tus misericordias, que son nuevas cada mañana y por Tu gracia, la cual necesitamos cada día.

Te gradecemos todo esto en el amado nombre de Jesús. Amén.

Véase también Mateo 6:12; Hechos 10:43; Efesios 1:7; Hebreos 9:22.

 

LLAMAR PECADO AL PECADO

Hace varios años explotó una bomba en los Estados Unidos. Esta explosión fue causada por el doctor Karl Menninger. Su nombre es sinónimo de ciencia y psiquiatría. Este respetado y competente pionero de la profesión tuvo las agallas de volver a introducir la palabra pecado en el vocabulario de la nación. Su libro, ¿Qué sucedió con el pecado? (Whatever Became of Sin?), impactó y causó revuelo entre sus colegas.

En el occidente todo era relativamente tranquilo al igual que en el oriente. Estábamos recuperándonos de las heridas causadas por los motines callejeros, las rebeliones en las universidades, y los asesinatos políticos de la década de los sesenta. Seguíamos aguantando una guerra prolongada en el sureste de Asia y estábamos alertas a las amenazas en las calles de Israel. La mayoría de nosotros detectaba que se avecinaban problemas. . .  que algo andaba mal. Pero nadie se atrevía a llamar al pan, pan. Y mucho menos llamarle pecado. ¡Qué horror! Decir eso podría considerarse anticuado. Una vez que Menninger tuvo la osadía de decirlo, más y más personas comenzaron a analizarlo y algunos a cambiar. Algunos hoy día hasta están dispuestos a admitir que la humanidad es depravada.

Esto me recuerda a la historia ficticia de dos tribus de indios en el desierto de Nuevo México comunicándose mutuamente por medio de señales de humo. Repentinamente una gran columna de humo apareció en el horizonte y siguió aumentando hasta llegar a unos treinta y dos kilómetros de altura. Ninguna de las tribus había visto algo así anteriormente, ni tampoco el mundo. Eran exactamente las 5:30 a.m. del 16 julio de 1945—se estaba realizado la primera prueba de la bomba atómica. Uno de los indios se inclinó sobre su compañero, sacudió la cabeza y comentó: «Guau! ¡Me hubiera gustado haber dicho todo eso!»

Menninger encendió el fuego años atrás. Que su tribu aumente.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.