Deuteronomio 31:6

Sed firmes y valientes, no temáis ni os aterroricéis ante ellos, porque el Señor tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará.  Deuteronomio 31:6

SEÑOR, TODOS RECORDAMOS MOMENTOS cuando pasamos por las aguas o por el fuego, por esas pruebas abrumadoras. Tenemos las cicatrices para probarlo. Al llegar esos momentos, confiamos que las aguas no nos ahogarán y que el fuego no nos quemará. Cuán fiel eres Señor, siempre presente en cada una de las contingencias de nuestra vida. Eres fiel en cuidarnos y aceptarnos; cuán lleno de gracia y misericordia. Es por Tu misericordia que no hemos sido consumidos. Ahora, Señor, te pedimos que hagas una obra profunda en nuestros corazones. Danos la fortaleza para enfrentar las pruebas de la vida, aquellas que estamos enfrentando en este momento y las que se avecinan. Ayúdanos a cambiar esas actitudes negativas que se ha convertido en un anclan que nos hunden y nos roban el gozo. Perdónanos por las respuestas amargas que hemos expresado y hemos inculcado en otros. Danos ojos llenos de fe para poder ver más allá de lo predecible, más allá de los datos y cifras. Abre en nosotros un mundo de posibilidades porque sabemos que eres el Dios de lo imposible. Anímanos Padre, con pensamientos que nos guíen a un futuro lleno de esperanza y gozo. Y que nuestra actitud se vuelva alentadora y contagiosa en vez de destructiva y venenosa.

Pedimos estas cosas en el nombre del Señor Jesús. Amén.

Véase también 2 Samuel 10:12; Salmos 27:14; Isaías 43:1-3; Mateo 14:27; Gálatas 6:9; 1 Corintios 15:58; 1 Pedro 5:8,10.

TERMINAR BIEN
En la actualidad, no se habla o escribe lo suficiente acerca de terminar bien. Hay una gran cantidad de material disponible sobre la motivación para empezar y las formas creativas para despertar la iniciativa. Tenemos una gran cantidad de consejos acerca de cómo crear objetivos, establecer prioridades y desarrollar un plan de trabajo. Todo esto es bueno y necesario. Pero, para variar, escuchemos el lado opuesto del asunto. Ensalcemos las virtudes de permanecer en algo hasta terminarlo. De seguir adelante aun cuando la emoción y la diversión se convierten en disciplina y valor; de no perder el ánimo cuando el proyecto ha perdido su atractivo.

Me temo que nuestra generación se ha acercado peligrosamente a la mentalidad de que cuando algo nos cansa, simplemente renunciamos a ello. Por ejemplo, como la dieta requiere disciplina, preferimos mantener el sobrepeso. Ya que terminar los estudios es una molestia, dejamos la escuela. Cultivar una relación íntima puede causar dolor y por eso preferimos alejarnos. Ya que escribir un libro es algo demandante, dejamos de hacerlo. Ya que mantener una ocupación es algo difícil, preferimos buscar otro trabajo. Y ya que el matrimonio demanda mucho de nosotros, lo abandonamos.

¿Les estoy escribiendo a algunos peregrinos cansados? ¿Se ha vuelto el camino largo y la esperanza corta? Tome la determinación de terminar bien. Muchos comienzan la vida cristiana con gran emoción. Pero, ¿cuantas personas de setenta y cinco años o más conoce que terminaron su carrera con el mismo entusiasmo? Claro está, hay algunos, pero, ¿Por qué tan pocos? ¿Qué fue lo que pasó que los hizo renunciar? Me gustaría saber la respuesta. Si la supiera, la gritaría desde el púlpito todos los domingos. No, mejor aún, me acercaría a cada persona desanimada y le susurraría la respuesta al oído, antes de que sea demasiado tarde.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.