Génesis 42:1-24

Póngase usted en los zapatos de José. ¿Cómo debió sentirse cuando escuchó las palabras de ellos? ¡Para sus hermanos, él ya no existía! Estaba sepultado en el cementerio de sus recuerdos. El había dejado de ser. Estaba fuera de su visita, fuera de sus pensamientos, se había ido para siempre.

Tres veces los acuso José de ser espías. Luego, en una de sus respuestas, ellos sin darse cuenta le dan la información que el quería tener. ¡Le dijeron que su padre y Benjamín estaban todavía vivos!

Podemos imaginar lo que bullo en la mente de Jose: «¿Estará Benjamín salu­dable y fuerte? ¿Y qué de mi padre? ¿Estará demasiado viejo para conservar la memoria? Oh, ¡Cuanto deseo ver a toda mi familia! Qué tentado estoy de decir­les quien soy, ¡Se quedarán atónitos! «Pero lo que realmente me intriga es saber la condición del corazón de mis hermanos».

José eligió a Simeón como rehén y lo encadenó en presencia de sus herma­nos. ¿Por qué escogió a Simeón? Podemos pensar que habría elegido al primogénito, pero ese era Rubén, quien habla tratado de salvarle la vida junto al pozo cuando todos los demás se unieron contra él. Tal vez José recordó el intento de Rubén de intervenir en su favor, y por eso eligió al segundo hermano mayor, a Simeón, para que se quedara.

«Y se decían el uno al otro:

-Verdaderamente somos culpables con respecto a nuestro hermano, pues a pesar de ver la angustia de su alma cuando nos pedía compasión, no lo escuchamos. Por eso ha venido sobre nosotros esta desgracia» (Genesis 42:21).

¡En el idioma original, el «nosotros» de la conversación es enfático! [Nosotros] somos culpables. . . [Nosotros] [vimos] la angustia de su alma. . . [Nosotros) no le escuchamos».

El primer paso para aliviar una conciencia cauterizada es responsabilizarse por la culpa personal. Los hermanos no culparon a su padre por haber sido pasivo. No culparon a su hermano Jose por haber sido orgulloso, arrogante o un privilegiado. No redujeron el mal que habían hecho diciendo que eran demasiado jóvenes para saber hacer lo bueno. Utilizaron el pronombre correcto cuando todos convinieron en eso: «¡Nosotros somos responsables! ¡Nosotros no podemos echarle la culpa a nadie más!».

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.