Efesios 6:4
Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor. —Efesios 6:4
Gracias, padre, por ser el Padre perfecto. Gracias por esos momentos en los cuales nos has disciplinado, aun cuando la reprensión parecía ser más de lo que podíamos soportar. Recuérdanos que nos disciplinas, así como un padre corrige al hijo que ama. Perdónanos, Padre celestial, por nuestras actitudes pródigas, por los deseos egoístas y nuestras decisiones voluntariosas. Perdónanos por nuestra arrogancia queriendo aparentar ser exitosos como padres cuando la verdad es que fracasamos todo el tiempo.
Ayúdanos a ser reales con nuestros hijos—a ser auténticos, amorosos, perdonadores, firmes cuando tenemos que serlo, fuertes también y gentiles en el momento adecuado. Ayúdanos, Señor. Ayúdanos con nuestros nietos para ser un ejemplo cuando nos necesiten. Ayúdanos a apoyar y afirmar a los padres y ser parte de la solución en vez de ser parte del problema.
Ayúdanos a resolver esas cosas que no hemos resuelto en nuestras propias vidas de tal forma que no se conviertan en un legado para nuestros hijos.
Señor, te damos gracias por la institución de la familia. Fue Tu idea. Danos corazones sensibles para crecer en esas áreas necesarias de desarrollo y descubrimiento. Oramos en el nombre de nuestro amado Cristo. Amén.
Véase también Deuteronomio 6:6-7; Proverbios 3:12; 22:6; Colosenses 3:21; Hebreos 12:9-11.
SER ABUELOS: UNA DEFINICIÓN
Los diccionarios a veces son complicados ¿Por qué? Por ejemplo, aun cuando la palabra abuelo existe en el diccionario, no incluye un verbo que defina su acción. Para mí que soy abuelo esto me parece algo entre incompetente e inexcusable. Bueno, haciendo a un lado las bromas, hagamos una definición de ser abuelos.
Quizás la mejor definición sea una descripción. El gesto favorito de los abuelos es abrir los brazos, y su pregunta favorita es, “¿Qué es lo que quieres hacer?”. Los abuelos nunca andan buscando errores o fracasos; más bien los pasan por alto. Ellos no se preocupan si usted gastó dinero irracionalmente; más bien lo olvidan. Y no se saltan las páginas cuando leen para usted… tampoco dicen, “Apúrate” cuando usted quiere ver cuántos rebotes puede hace una piedra sobre el agua.
Incluso hasta lamen su cono de helado como usted lame el suyo.
¿Acaso no es Dios maravilloso? Generación tras generación, Dios provee los abuelos, quienes son un concepto que choca con la cultura de nuestro mundo ocupado. Estos excepcionales adultos han sido depositados a la cuenta de nuestro estilo de vida, para que todo el mundo se involucre en detenerse a oler las flores o acariciar a un perro o ver las diminutas hormigas realizar su duro trabajo. Han cometido suficientes errores como para comprender que el perfeccionismo es un amo cruel y que la culpabilidad autoimpuesta es un asesino endurecido. Los abuelos son buenos instructores, pero sus mejores lecciones son aquellas que se presentan con su propio ejemplo. Su cristianismo ha madurado, filtrado con el apretado tejido del realismo, los sufrimientos, la pérdida, la transigencia y el amor. Jesús no solamente es su Señor, también es su amigo y antiguo consejero. Al igual que un gran árbol, ellos proveen la sombra necesaria, la belleza del paisaje; a ellos no les importa ser utilizados. Ellos están allí. Aun cuando no estén pasando muchas cosas, siguen allí con nosotros.
Aunque el diccionario no reconozca este concepto, el ser un abuelo es algo para que los disfrutemos… completa y continuamente.
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.