Deuteronomio 34: 1-12

Cuando leemos esta parte del epitafio (de Moisés) y pensamos en los milagros y los hechos poderosos que hizo, muchos de nosotros tenemos la tendencia a pensar: No me puedo comparar ni remotamente con Moisés. No puedo igualarme a él. Su vida es todo un tratado, casi una utopía para mí, porque estoy a años luz de Moisés.

¡Qué error tan colosal cometemos si llegamos a esta equivocada conclusión! Moisés fue único, ciertamente, pero fue solo un hombre al servicio de Dios. Sin embargo, podemos aprender mucho de su vida y de su muerte para nuestro provecho personal.

El secreto de la satisfacción en la vida es involucrarse.

Cuando esté usted planeando su retiro, no piense en perder contacto con las personas ni con la Biblia. Si lo hace, se estará alejando de lo eterno, y esa es una dirección equivocada, mi hermano. Por tanto, mantenga el contacto. Dé hasta que no tenga más nada que dar, y luego eche mano de los recursos de Dios y dé más. Esto es lo que alarga el significado y el propósito -y a veces los años- de la vida.

El secreto de la realidad en la vida es la humildad.

Si involucrarse alarga la vida, entonces la humildad la ensancha. Moisés nos ofrece una hermosa imagen de verdadera humanidad mezclada con una profunda humildad y una genuina santidad. Él nunca creyó en su fama, esta nunca se le subió a la cabeza. Nunca se levantaba por la mañana para ver que decía la prensa de sus logros del día anterior. Se mantuvo auténtico, creíble y humilde.

El secreto de la felicidad en la vida es la perspectiva.

Si involucrarse alarga la vida y la humildad la ensancha, la perspectiva le da profundidad.

La muerte nos sobreviene a todos. Y a menos que nuestro Señor venga en las nubes por nosotros primero, ese día de la partida llegará . . . quizás pronto, quizás más tarde. No podemos controlar eso, pero sí tenemos control en cuanto a nuestra manera de vivir, hasta el momento en que dejemos este mundo.

Moisés nos enseña que, no importa que vivamos o muramos, Dios sigue siendo digno de nuestra alabanza. Entonces, nuestro objetivo debe ser, como fue el de Moisés, darle honra a Él, ya sea con la vida o con la muerte.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.