2 Samuel 15: 1—28

El poeta Samuel Taylor Coleridge describió una vez la amistad como un «árbol de refugio». ¡Qué hermosa descripción de esa especial relación! Al leer estas palabras, pienso en mis amigos como árboles inmensos y frondosos, que se extienden sobre mí dándome sombra ante el abrasador sol, y cuya presencia es una defensa contra los ramalazos de los aislados vientos del invierno. Un árbol inmenso y de refugio: eso es un amigo.

David estaba saliendo de la gran ciudad de Sion, la ciudad nombrada en su honor como la Ciudad de David. Al llegar al límite de la misma, a la última casa, se detuvo y se volteó para mirar esa metrópoli dorada que él había visto construir por Dios a lo largo de los años. Su corazón debió habérsele partido cuando miraba hacia atrás, con su mente llena de recuerdos. A su lado la gente corría a toda prisa, llevando bestias de carga con sus posesiones, huyendo para salvar sus vidas.

Estaba ya al final del camino, y necesitaba un «árbol de refugio» sobre el cual recostarse. Alguien que le dijera: «David, estoy aquí contigo. No tengo todas las respuestas, pero, puedo asegurarte esto: Siento mucho lo que te está sucediendo». Cuando las cosas se ponen realmente difíciles, y no hay nadie que nos apoye, cuando se nos acaban las armas y no tenemos nada a los cual aferrarnos, cuando todas las luces se apagan y cuando la multitud está siguiendo otra voz, es increíble cómo Dios manda un árbol de refugio.

Todos nosotros necesitamos por lo menos a una persona con lo que podamos desahogarnos y ser sinceros; todos necesitamos una persona que nos ofrezca apoyo, aliento, y también que nos diga la verdad y nos confronte. ¡Árboles de refugio, todos los que nos sean posibles!

Afortunadamente, David tenía un bosquecillo de ellos. Por eso pudo sostenerse en los días más duros y en las horas más solitarias de su vida.

¿Usted tiene esos árboles de refugio? Si es así, es un buen momento para que los llame y les dé las gracias por su apoyo. Si no los tiene, es un buen momento para que tome una pala y siembre unos pocos. Los va a necesitar a todos, si no lo cree así, solamente pregúnteselo a David.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.