Isaías 66:13
Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo. Isaías 66:13
TE ADORAMOS, PADRE NUESTRO, y en nuestra adoración te damos gracias. Te agradecemos, no sólo por nuestras madres y abuelas, sino también por todas las mujeres que han cumplido esa función tan admirable. Recordamos aquellas que ya han muerto, aquellas que han moldeado nuestras vidas, aquellas que nos han enseñado fielmente y que nos amaron totalmente. Gracias por la contribución de esas finas mujeres por todo el mundo que viven vidas dedicadas a tu servicio, a sus familias y a sus parientes. Gracias por cada una de ellas. Has escrito en Tu Palabra que valen más que las joyas preciosas.
Gracias por la ternura y la compasión con que las madres nos cuidan en un mundo frío, cruel, duro e insensible. Gracias por sus palabras de ánimo y afecto en medio de una sociedad que busca simplemente los logros, y los objetivos egoístas y temporales. Gracias por tantas horas que ellas invierten en los demás. Gracias por su contribución en la obra de la iglesia a través de los siglos. Gracias por usar mujeres en todas las épocas para mejorar sus hogares, sus familias y las vidas de los demás. Gracias por su visión, por su fortaleza de carácter. Y por encima de ello, gracias por sus corazones, que te aman y como reflejo aman a los demás.
Padre amado, muchas de estas cosas representan Tu sabiduría, la cual, así como lo has escrito, es más preciosa que la plata; mejor que el oro. Queremos dedicarnos a Tu obra, a Tu servicio y a aquellas que necesitan nuestro amor. Te entregamos el fruto de nuestras manos en lo que resta de nuestras vidas. Queremos servir fielmente al maestro. En nombre del Salvador, oramos. Amén.
Véase también Éxodo 20:12; Proverbios 3:13-14; 6:20; 20:20; 30:17; 31:10.
LA INFLUENCIA DE UNA MADRE
No conozco una marca más permanente en la vida de una persona que la de una madre. Ella generalmente es la persona que invierte más tiempo y energía en sus hijos, la que los comprende cuando ellos no pueden explicar sus acciones y la que los llena de abrazos cuando están sufriendo. En caso que lo dude, ¿cuándo fue la última vez que usted vio que un niño que lloraba corriera hacia su padre para que lo consolara? Cuando eso ocurre, es porque la madre no está allí. La influencia de la madre es tan grande que la modelamos aun sin darnos cuenta, y volvemos a ella para sorpresa de los demás.
Al pensar en la influencia de mi madre, dos palabras llega a mi mente: clase y entusiasmo. Mi madre, era una mujer de clase. Ella siempre tuvo la determinación de hacer que su familia conociera las artes y las relaciones sociales. Gracias a ella me encanta el arte, la buena música; sé cuál tenedor es el que debo usar y cómo evitar mancharme la corbata. Además ella también tenía un gusto interminable por la vida. A ella le debo mi entusiasmo y mi perseverancia. Su actitud indomable fue su legado, gracias a Dios por ello.
Mi madre no era perfecta, como tampoco la suya. No obstante, espero que mis palabras le hagan recordar a la madre que le ha influenciado a usted.
Y si usted es una madre, quisiera que dedicara unos cuantos minutos a recordar el legado duradero de su sello personal. Los hijos tal vez parezcan malagradecidos, tal vez actúen de manera irresponsable, tal vez ignoren sus peticiones u olviden sus consejos. Pero créalo, nunca borrarán su influencia.
Aun cuando en la actualidad no lo parezca, la maternidad es algo muy valioso, muy noble y es consistente con el reino de Dios. ¡Por eso es que la admiramos!
Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.