1 Corintios 10:13

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin que podáis resistirla. —1 Corintios 10:13

 

GRACIAS, PADRE, por tu penetrante verdad preservada a través de los siglos. Gracias por Tu atención a cada ser humano. Gracias por el ejemplo del apóstol Pedro que conocía ambos lados de la vida en el planeta tierra; sabía lo que significaba vivir en este viejo mundo y lo que era caminar con el Salvador, Tu Hijo. Gracias por las amonestaciones de Pedro de preparar nuestra mente para actuar; de que seamos sobrios en espíritu, y que pongamos nuestra esperanza en Tu gracia sin conformar nuestras vidas a las pasiones antiguas… sino ser santos como Tú eres Santo. Gracias por la confianza de Pablo de que Tú no permitirás que la tentación nos empuje a un callejón sin salida, de la cual no podamos escapar.

Señor, debido a que nos salvaste pero no nos llevaste directamente al cielo,  sino que nos dejaste aquí en la tierra, escúchanos al pedirte que podamos estar atentos a esas cosas que nos ayudarán a mantenernos limpios en un mundo corrupto. Danos una aversión intensa por las cosas que te desagradan. Al mismo tiempo, danos un placer renovado por aquellas cosas que te honran y magnifican Tu verdad. Sabemos que con ello tendremos la victoria sobre la tentación. Te pedimos esto en el nombre de aquél que victoriosa y constantemente enfrentó las tentaciones del diablo sin caer en ninguna de ellas, Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Véase también Mateo 4:1-11; 1 Pedro 1:13 -16; 5:8-9; 2 Pedro 2:9

 

CURIOSIDAD

La curiosidad es sinónimo de una mente saludable e ingeniosa.  La curiosidad es ese maestro incrustado en nuestras mentes que desafía instantáneamente el estatus quo… que convierte a un rebelde desvalido en un Winston Churchill… a una muda sin esperanza en una Helen Keller y a un niño granjero de Missouri en un Walt Disney. La curiosidad es esencial para el progreso.

No obstante, la curiosidad también puede ser engañosa. Si no hay un límite bíblico, la curiosidad puede llevarnos al desastre. Tiene la capacidad de hacer que nos entrometamos en las vidas de otras personas. Puede vestir lo malo con un atuendo muy atractivo para el hombre. Oculta las consecuencias destructoras del adulterio detrás de la fascinante vestimenta del placer y la compañía. Enmascara los dolores del alcoholismo excusándolos en un contexto de relajación y diversión social. La curiosidad es el bien más preciado del cual depende el mundo de lo oculto para mantenerse ocupado y eficiente.

La curiosidad es tan intrínseca a la raza humana como el codo es al brazo. Nuestro enemigo sabe eso y cuenta con ello. Él conoce el viejo adagio: «Necesito satisfacer mi curiosidad». Él es un experto en el arte tenebroso del engaño y con ello crea una trampa que utiliza la curiosidad para atraparnos. Recuérdelo, él ha estado poniendo trampas por mucho más tiempo del que usted y yo hemos estado tratando de esquivarlas. Si él logra poner el anzuelo correcto que atraiga nuestra curiosidad, solo necesita tiempo para hacernos caer.

Claro está que no necesitamos ser víctimas ilusas de nuestra propia curiosidad insensata… nunca leeremos eso en las trampas diseñadas por el cirujano general de Belcebú. Satanás es un experto en poner trampas. Creamos lo que dice Dios en Su palabra: En lo que respecta al pecado, nuestra curiosidad no necesita ser satisfecha.

Adaptado del libro, Responde a Mi Clamor: Aprenda a comunicarse con un Dios que se preocupa por usted (Worthy Latino, 2014). Copyright © 2014 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.