2 Samuel 7: 4—17

Dios le dice a David: «David, vas a saber lo que es la dicha de tener un hijo que construirá el templo. No será por tus esfuerzos, sino a través de tu hijo que se hará realidad este sueño».

Aquí no se trata de una cuestión de pecado. No es un castigo de Dios sobre David como consecuencia de algo malo que él hubiera hecho. Simplemente, Dios está redirigiendo el plan de David, y dice: «Este es un gran propósito, pero a ti te digo ‘no’ y a tu hijo ‘sí’. Entonces acéptalo.

¿Es que David se equivocó cuando pensó en construir el templo?

No se trata de estar equivocado, sino de aceptar el «no» de Dios y de vivir con el ministerio de Su voluntad. Quienes vivimos en este mundo lo empaquetamos todo, y esperamos que Dios empaquete Su plan para nosotros, tal como nosotros lo deseamos. Queremos que nuestra lógica sea también la suya. Y cuando no lo es, nos preguntamos ¿qué hicimos mal?, porque la cosa no está funcionando de la manera que nosotros lo habríamos hecho.

Cuando Dios dice no, no es necesariamente por disciplina o por rechazo. Puede ser simplemente por redirección. Usted seguramente ha buscado saber Su voluntad; ha querido hacer Su voluntad. Con todas las buenas intenciones, usted dijo: «Por la gracia de Dios, voy a seguir adelante con esto». Y 30 o 40 años más tarde, o quizás solo cinco años después, el asunto no se ha hecho realidad.

Ahora bien, si usted escucha a algunas personas, podrá tener sentimientos de culpa. «¿Ves? Pusiste tu corazón en Dios, pero te ha alejado de Él. Estás fuera de Su voluntad» No sé con cuántas parejas he hablado que, temprano en sus vidas, tenían planificado lo que querían lo que querían lograr, pero las cosas no sucedieron como esperaban. Quizás el camino que están transitando ahora es la voluntad de Dios para ellos, y por eso fue necesario que Él les dijera «no», para llevarlos al camino correcto. Las otras personas fueron de poca ayuda.

Lo que tenemos que hacer en nuestro andar con Dios es escuchar su voz cada día. No solo volver a una decisión que hayamos tomado antes, y decir: «Esto es para siempre, pase lo que pase. Tenemos que examinar el asunto cada día, mantenerlo fresco, conservar el fuego ardiendo, posponerlo en nuestra mente, y decir: Señor, ¿es esto lo que Tú quieres? ¿Es este Tu plan? Si no lo es, hazme sensible a Tu dirección; tal vez estás redirigiendo mi vida.

Adaptado del libro, Buenos Días con Buenos Amigos (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2007). Con permiso de la Editorial Mundo Hispano (www.editorialmh.org). Copyright © 2019 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.